El Centro de Arte Nisarga es una iniciativa de una familia de músicos para construir una residencia comunitaria donde las personas puedan reunirse e interactuar en torno al arte y la cultura.
El terreno se encuentra junto a un campo de arroz, con los característicos “techos de Kerala” como único elemento que domina el horizonte. A pesar de ser famosos por su capacidad de aislamiento térmico, estos techos han ido desapareciendo de la arquitectura contemporánea, ya que la penumbra que generan no se ajusta al estilo de vida moderno.
Así surgió la idea de abrir el techo e incorporar lucernarios que inundan el espacio con luz natural. La inclinación de 35° del techo coincidía casi a la perfección con los 30° de un anfiteatro al aire libre, dando origen a la idea de transformar los lucernarios en asientos para los espectadores. Además, una serie de tablones de madera pueden colocarse sobre la piscina, convirtiéndola en un escenario improvisado para conciertos al aire libre con capacidad para 75-80 personas.
El acceso independiente al Hub permite que las actividades se desarrollen en paralelo sin interrupciones y conduce a una amplia sala de estar con vistas al campo.
Los espacios interiores se conciben como áreas abiertas y flexibles, donde los ocupantes prefieren sentarse en los suelos de madera para compartir momentos y comer, en consonancia con la postura de “Padmasana” (postura del loto).
Las paredes, construidas con la técnica patentada de muros de escombros encofrados, utilizan restos de construcción de un pueblo cercano y tierra del propio sitio, siendo completamente autoportantes y sosteniendo incluso un estudio de grabación en voladizo de cuatro metros en el primer piso.
En el lado oeste se encuentran las habitaciones de huéspedes, protegidas por estanterías recuperadas de un depósito de chatarra, que sirven como celosías y permiten el crecimiento de enredaderas que brindan sombra frente al sol de la tarde.
Las aperturas estratégicas en el techo permiten la entrada de luz, suavizada por rollos de arpillera, mientras el aire caliente se disipa fácilmente. Por su lado, las losas de laterita recuperadas de edificios demolidos forman el pórtico frontal, evocando los antiguos “Muttams” de las casas tradicionales de Kerala.
Este edificio está diseñado como la música: donde los silencios entre las notas son más importantes que las notas mismas. Donde la arquitectura construida se detiene y los espacios vacíos entre ella cuentan sus propias historias.