Mis embalajes eran un intento de “barruntar” la naturaleza del objeto. Escondiéndolo, envolviéndolo.
–Tadeusz Kantor, Wielopole, Wielopole
El proyecto para el Teatro Regional del Bio Bio es el esqueleto posible de un teatro embalado. Dentro del teatro, el espectador se moverá/trepará por una retícula espacial que aparece midiendo/ocupando cada uno de los rincones. En las salas de espectáculo la retícula pierde saturación y brinda el aire necesario para la representación, un aire negro, una penumbra de límites difusos.
La envolvente del teatro, constituida por una membrana traslúcida, funciona como un cierre permeable hacia el contexto y genera un “embalaje” sobre la grilla de hormigón, que permite abstraer su forma al mismo tiempo que consolida al edificio como hito local.
Toda esta parafernalia en torno a las salas –entendidas como campos abiertos en medio de esta trama estructural de 3,90 metros de arista– es un andamiaje, como si se tratara de la parte trasera de una escenografía, el soporte de rango inferior que habitualmente se esconde y no vemos.
Así, el espectador no debe esperar a cruzar el vestíbulo y acceder a la sala a oscuras para abrir el teatro, el misterio surge antes de entrar.
Basta con que el paseante/espectador vea el manto que cae sobre el edificio, velándolo, para barruntar, como afirma Kantor, que algo se esconde adentro, o bien para creer por un momento que circular por el interior del teatro supondrá un proceso experimental.
El actor, por su parte, tiene a su disposición un aire flexible. Las salas adquirieron dimensiones contemporáneas, y con algunos instrumentos mecánicos básicos se solucionan las calidades técnicas óptimas requeridas por la polivalencia del lugar.