

Hasta donde se sabe, raras veces antes se había realizado en Francia un proyecto de vivienda de esta escala (ciento cuatro unidades) utilizando aislamiento de paja. Para un proyecto de este tamaño, se necesitaron cinco mil setecientos fardos de paja, que debían cumplir con criterios específicos: densidad, humedad, calidad y, especialmente, proximidad en la producción para minimizar la huella de carbono. La elección de la paja también influyó en el método de construcción. Se utilizaron muros prefabricados con estructura de madera.


Cada elemento que compone estos muros (desde el aislamiento hasta los distintos materiales) fue obtenido y trabajado dentro de un radio de 200 km del sitio. Gracias a la experiencia y capacidad de análisis de la empresa maderera, se utilizaron estos muros prefabricados de madera como elementos de encofrado. Esta técnica permite un ahorro de tiempo considerable en la obra y una gran precisión en la construcción.

El contratista estructural y el carpintero debieron adaptar sus técnicas para trabajar de manera perfectamente coordinada. Al igual que los arquitectos y el desarrollador, de estos dos oficios nació una dinámica virtuosa. Como muestra de este enfoque innovador, los balcones continuos alcanzan un total de 2,5 km de longitud, superando la distancia entre la Place de la Concorde y el Arco del Triunfo en París.
