

Como premisa principal, las aulas se ubicaron junto a la fachada de la antigua residencia, lo que garantiza una adecuada ventilación e iluminación natural. Esta decisión exigió demoliciones estructurales, viabilizadas por el reordenamiento de pilares y compensadas mediante refuerzos metálicos, destacados en un tono ciruela que marca la nueva identidad del edificio.


Para proteger las aulas y sus amplias aberturas de la incidencia solar directa, se proyectaron parasoles horizontales con lamas verticales, que permiten la ventilación natural incluso en días de lluvia. Estos elementos también refuerzan visualmente la intervención en el edificio original.


La nueva disposición de las circulaciones verticales, compuesta por rampas, escaleras y ascensor, aporta fluidez y accesibilidad al conjunto, en contraste con los antiguos pasillos estrechos de la residencia. La solución en medios niveles entre el volumen original y la nueva intervención en la parte posterior del terreno permite recorridos más dinámicos, con zonas de respiro y convivencia, como la gradería creada para la recreación y los encuentros informales. Junto a la entrada, una rampa cubierta por una marquesina metálica garantiza el acceso de personas con movilidad reducida y marca la transformación del edificio hacia la calle, ofreciendo protección en la llegada y salida de los alumnos en días de lluvia.

La elección de materiales simples busca la economía de la obra, sin renunciar a un lenguaje que refuerce la identidad de la escuela. La integración entre nuevos canteros y áreas pavimentadas acerca el verde a las actividades pedagógicas y recreativas, optimizando el uso del terreno y garantizando un amplio patio para juegos al aire libre.

