
Implantada sobre una pendiente del 100%, esta vivienda se posa con mínima intervención sobre la roca de pizarra, respetando la topografía natural. Apenas toca el terreno gracias a pantallas de hormigón que sirven de soporte estructural.


Desde la cota superior, la casa se presenta como un volumen hermético. A medida que desciende la pendiente, se eleva sobre el terreno buscando apoyos en el núcleo central y las fachadas. Una escalera exterior conecta el acceso con una terraza que expande la cocina-comedor hacia el paisaje.


En el interior, un núcleo compacto aloja servicios y libera el perímetro para una secuencia continua de cocina, estar y mirador con banco corrido. Las visuales hacia los árboles cercanos y el valle lejano se multiplican. No hay ingreso tradicional: se accede a través de la terraza, donde la cocina con isla de hormigón y piedra Ceppo di Gré da la bienvenida.


Una escalera interior conecta los niveles mediante un vacío a doble altura que culmina en un torreón girado que conduce a la cubierta. En planta alta, un espacio central organiza dormitorios, balcones y un baño. El dormitorio principal cuenta con vestidor y baño en suite con vistas.

El diseño responde a proporciones áureas y busca equilibrio entre sobriedad e integración. Las fachadas hacia los vecinos presentan ventanas contenidas y celosías; la orientada al valle se abre completamente. El cambio cromático entre caras refuerza esa dualidad.

La estructura se resuelve con losas de hormigón de 20 cm apoyadas en pantallas. No hay rastros visibles de estructura ni servidumbres. La casa incorpora piso radiante, aerotermia, paneles solares, aislamiento exterior continuo, ventilación cruzada y sistemas de recolección de agua, logrando eficiencia energética y mínimo impacto.


El primer peldaño de la escalera, una roca extraída del terreno, rinde homenaje a Carlo Scarpa y sintetiza el espíritu del proyecto: respeto por el entorno, precisión técnica y poética habitacional.

