La casa, situada cuidadosamente en una ladera, se integra en su entorno natural minimizando su impacto visual, respetando el terreno y evitando la tala de árboles.
El carácter distintivo de la casa se define por el voladizo que se crea debido a la manera en que el volumen se asienta en el terreno.
El diseño combina metal y madera mediante una estructura prefabricada en taller y luego ensamblada sobre pilotes. El soporte estructural principal es metálico. La madera, por su lado, conforma los cerramientos interiores.
Las cuatro fachadas están compuestas por marcos de metal expandido que se deslizan como persianas, permitiendo controlar la luz y las vistas.
En su interior, la distribución del programa se produce en torno a una sala común poligonal, rodeada por siete estancias que ofrecen un amplio abanico de experiencias espaciales.
Al caer la noche, el metal expandido del exterior se convierte en una suerte de velo que deja entrever las siluetas de los objetos y los habitantes en su interior.
El coche, las plantas, la cocina, el lavarropas… todo encuentra su lugar en esta suerte de “refugio doméstico”, cuya verdadera esencia se encuentra en la relación entre todas estas cosas, contenidas y visibles dentro de un volumen abstracto suspendido sobre el suelo.