En 2019, el Laboratorio Creativo Sarawarmi y la comunidad de Huaticocha iniciaron un proyecto piloto de educación no formal con niños y niñas de la zona. Lo que comenzó como un club de lectura y una biblioteca, en la actualidad se ha convertido en un espacio para el aprendizaje diverso, resultando ser más que un lugar para consultar libros: se trata de un espacio seguro y acogedor para aprender, jugar y crear. El nombre elegido para el espacio, Yuyarina Pacha, significa en quechua, el idioma local, “tiempo-espacio para pensar”.
El programa fue diseñado para fomentar el amor por la lectura e incentivar la expresión artística y el crecimiento personal. La comunidad de Huaticocha confía en que brindar a los niños y las niñas acceso a libros y recursos creativos puede ayudarlos a desarrollar otras habilidades importantes como el pensamiento crítico, la empatía y la resolución de problemas. También consideran que ofrecer experiencias educativas de calidad permite a los niños y jóvenes abrir sus ojos a nuevas ideas, espacios y, potencialmente, a otras oportunidades.
El pequeño espacio donde funcionaba el club de lectura, el primero en construirse, necesitaba convertirse en una biblioteca. Paralelamente a la búsqueda de fondos, se inició el diseño de este nuevo espacio, que no solo albergaría una biblioteca, sino también un espacio comunitario. Esta necesidad llevó a la configuración final del programa, dividido en tres niveles: el primero, un espacio abierto para talleres de arte que involucren actividades húmedas y que sirva también para eventos y encuentros de la comunidad; el segundo, una planta libre para talleres relacionados con la biblioteca y reuniones de la comunidad; y el tercero, un piso específicamente dedicado a alojar los libros con una mesa balcón de lectura que rodea el vacío central del proyecto.
La estructura principal del proyecto es de chonta, una especie de palma robusta de la Amazonía, conocida por su rápido crecimiento e increíble durabilidad, superando en resistencia incluso al bambú. Durante generaciones, las viviendas vernáculas de la región han dependido de la chonta para la construcción, ya que la estructura puede anclarse directamente al suelo sin necesidad de protecciones impermeables. La elección de este material no solo promueve la sostenibilidad, al evitar la tala de bosque primario, sino que también preserva una antigua forma de construcción que, lamentablemente, corre riesgo de extinguirse.
En 2023, el INPC (Instituto Nacional de Patrimonio Cultural) abrió una convocatoria para desarrollar proyectos comunitarios en áreas rurales enfocados en la implementación de tecnologías vernáculas. Aunque la subvención otorgada no cubría el costo total del proyecto, la comunidad logró gestionar el 30% restante mediante crowdfunding y donaciones directas. De esa manera, la construcción del proyecto comenzó en septiembre de 2023.
El patrimonio arquitectónico de la Amazonía está en peligro de desaparecer. Por eso, trabajar con materiales y técnicas vernáculas no solo contribuye a su preservación, sino que también ayuda a transferirlo a las futuras generaciones.