El proyecto se ubica en Villars-sur-Glâne, en las afueras de Friburgo, Suiza, en una zona tranquila orientada hacia el campo, próxima al centro urbano.
Cada planta alberga dos apartamentos simétricos. Al ingresar, un largo muro se extiende hacia el sur, organizando los espacios en secuencia, garantizando privacidad y funcionalidad. Al final, el comedor, bañado en luz, se abre hacia una logia con vistas a los árboles y prados cercanos.
La materialidad del proyecto combina una expresión contemporánea con principios constructivos tradicionales. Su composición clásica incluye una base con el garaje y la entrada, un cuerpo principal de dos niveles y un ático con un techo de formas definidas. Los detalles constructivos evocan referencias históricas, con esquinas esculpidas como sillares y molduras que reinterpretan las tradicionales edificaciones de piedra.
La relación entre presencia y ausencia de material añade riqueza al diseño: el concreto aporta solidez, mientras que las aperturas revelan el entorno. El acristalamiento texturizado de la escalera permite que el espacio interior se impregne de la atmósfera exterior, reflejando árboles y variaciones de luz. Incluso el techo parece fusionarse con el cielo.
El proyecto también aborda una dimensión ética: todo espacio destinado a la vida debe acoger a sus habitantes con encanto y nobleza, incluso en una construcción nueva. Los materiales seleccionados, como el acero inoxidable y el roble sin tratar, garantizan una evolución natural con el paso del tiempo, aportando delicadeza y calidez.
Este sentido de nobleza se acentúa en el último nivel, donde los espacios son más generosos y los elementos adquieren mayor altura. Desde la entrada, la atmósfera acogedora, con puertas de roble y alfombras de fibras vegetales naturales, invita a sentirse en casa desde el primer momento.