Y si los lugares no tuvieran paredes. ¿Y si nuestra casa permaneciera siempre abierta? ¿Qué pasaría si nuestra ciudad estuviera compuesta solo por espacios abiertos, sin obstáculos, sin restricciones, interconectados? ¿Y si refutáramos la idea de que para vivir juntos necesitamos estar atrapados detrás de paredes para evitar el eventual peligro en que vivimos, la aterradora amenaza del otro?
Invitados por el Museo de Arte de Río (MAR) para crear un espacio de programación pública durante el período de la exposición “Quem não luta tá morto! Arte, Democracia e Utopia” (¡Quién no lucha está muerto! Arte, Democracia y Utopía) el Estúdio Chão propone amplificar los límites del museo y transformarlos en espacio público.
La entrada del museo –antiguamente una plaza abierta y cubierta– se encuentra ahora encerrada en una pared de vidrio. Los arquitectos plantean un sistema que transforma la manera de acercarse al museo y que a su vez lo activa como espacio público: cine al aire libre, gradas para conferencias, espacios de juegos y de talleres…
La violencia cotidiana constituye unos de los desafíos más complejos para los habitantes de las grandes ciudades. En un afán de protección, se erigen muros que cristalizan “los miedos más profundos”, como afirma el arquitecto brasileño Angelo Bucci (socio fundador de la oficina paulista SPBR). Esa construcción colectiva del miedo invade todos los espacios urbanos y asume las formas más diversas, de las más sutiles a las más sólidas, de las más transparentes a las más opacas.
“Es precisamente por la lógica perversa de este cuadro [de la violencia urbana], pintado con sangre, por así decirlo, que la violencia se establece y cristaliza en las cosas: así es como transforma nuestros miedos más profundos en muros. Construye concretamente lo insondable de nuestra inconsciencia. Sólidamente construidos y, sin embargo, apenas los notamos”.
Angelo Bucci (Razones de la arquitectura. La disolución de edificios o cómo cruzar muros)
El proyecto TransBorda –conjunto de gradas y de plataformas– actúa como un dispositivo poético que pone en movimiento cuerpos de todas las formas y edades sobre pies y manos para cruzar la pared de vidrio de los pilotajes del Museo de Arte de Rio.
Al igual que resbalar, saltar y escalar, TransBorda es un verbo conjugado tanto en la acción del presente como en el imperativo, un llamado a la acción: ¡se desborda! Construye puentes y deshace (aunque sea por un momento), las paredes de vidrio que aprendimos a aceptar.
Mientras se lucha para tirarlos abajo, quizá la ligereza de la imaginación de los niños nos permite suspender la gravedad de los límites y fronteras que conforman, hoy, nuestra realidad.