


El proyecto se basó en tres principios: integrar una arquitectura contemporánea en diálogo con la diversidad volumétrica existente, mejorar la coherencia estructural y energética mediante una nueva envolvente, y conectar los espacios interiores con el paisaje circundante.


La estrategia constructiva reutiliza al máximo las estructuras preexistentes, en línea con una economía de recursos. Una piel de madera negra unifica el conjunto y asegura aislamiento térmico, mientras que la nueva piscina cubierta se abre al paisaje mediante un gran volumen flotante. Al interior, vestuarios, recepción y áreas administrativas se reorganizan para optimizar el funcionamiento del complejo.


La obra combina una base de hormigón adaptada a la topografía con una estructura de madera apoyada en pilares metálicos. El uso de un módulo coherente y un tratamiento cromático claro en interiores permite unir lo nuevo y lo existente, preservando las huellas del tiempo y consolidando una identidad arquitectónica que equilibra respeto patrimonial, contemporaneidad y sostenibilidad.

