
¿Es posible imaginar nuevas matrices productivas a partir de la comprensión del paisaje originario de la pampa argentina? A partir de este cuestionamiento, Bulla inició un proceso de investigación que concluyó en el diseño de un nuevo másterplan para el campo Los Ranqueles. El encargo invitaba a rediseñar la organización de una parcela productiva de alrededor de mil cien hectáreas, ubicada en el partido de General Belgrano, Buenos Aires. Esta modificación radical de la organización debía acompañar una transformación progresiva del lote hacia modelos de producción duraderos. Teniendo en cuenta este requisito, el proyecto fue concebido desde el primer momento como una oportunidad para ensayar formas alternativas de pensar los paisajes agrícolas y ganaderos.

El pastizal pampeano es uno de los ecosistemas más alterados por la actividad humana en Argentina. Buena parte de la región, incluido el sitio del proyecto, sufrió sucesivas modificaciones antrópicas que transformaron el pastizal natural en áreas cultivadas o manejadas con fines productivos. Frente a este escenario, comenzó una investigación para repensar las matrices productivas que suelen organizar las parcelas, con el objetivo de encontrar nuevos modelos que resignifiquen el territorio productivo. La propuesta busca alinear los sistemas agrarios con las dinámicas naturales para recuperar los sistemas hídricos omitidos, la heterogeneidad del pastizal nativo y la biodiversidad de los paisajes rurales.


Este proceso implicó, por un lado, rediseñar el trazado de segmentación parcelaria, pasando de un sistema de producción convencional –organizado a partir de una grilla ortogonal que divide el territorio sin reflexionar sobre las particularidades de cada unidad de paisaje– a una nueva matriz que identifica y recompone los distintos ambientes presentes en el lote. La pampa deprimida consta de cuatro ambientes principales: loma, media loma, bajo dulce y bajo alcalino, cada uno con su propio ecosistema de pastizal. Esta reorganización por ambientes buscó alinear las matrices productivas agrarias con las lógicas naturales del territorio, habilitando la creación de agro-ecosistemas coherentes con las dinámicas de su entorno. En lugar de dividir los suelos de manera arbitraria con un loteo regular, el nuevo modelo segmenta el territorio en áreas homogéneas, determinadas por la posición topográfica, el tipo de suelo y las comunidades vegetales presentes.

En este nuevo sistema, se incluyeron áreas de preservación de pastizales nativos y naturalizados, nuevos montes de especies autóctonas y zonas productivas experimentales de escala intermedia que permiten ensayar técnicas alternativas de producción y probar nuevos insumos ecológicos para el manejo sustentable del territorio. Al mismo tiempo, se reconocieron y valoraron una serie de zonas de bajos con lagunas permanentes y semipermanentes, tradicionalmente consideradas improductivas para la agricultura tradicional, y se las consolidó como piezas de paisaje para la recreación y escenarios clave para la conservación de la biodiversidad. En el nuevo másterplan, las lagunas ya no se presentan como elementos perdidos entre grandes áreas sembradas, sino que ahora conforman un nuevo sistema integrado e interconectado en el cual los cuerpos de agua se vinculan entre sí mediante un corredor de biodiversidad. Este nuevo corredor se entrelaza con la circulación operativa central, y permite que todas las actividades productivas y económicas de la hacienda se sigan desarrollando independientemente.


Además, una serie de nuevas arquitecturas activarán los sectores propuestos y facilitarán el desarrollo de los nuevos programas, transformando así la hacienda productiva en un campo híbrido.

