Paral·lel es un proyecto residencial situado en el barrio de la Bonanova, una tranquila zona residencial en el suroeste de Palma de Mallorca, Islas Baleares, España. El proyecto consta de dos bloques independientes.
Sacando el máximo partido a la normativa urbanística de pb+3, los edificios se proyectaron para que, a pesar de la densidad y el limitado espacio, cada una de las doce viviendas pueda disfrutar del ideal suburbano de sostenibilidad, eficiencia energética y privacidad con jardín e incluso pequeñas piscinas privadas. Las unidades, resueltas en duplex, son seis en planta baja, con jardín y piscina, y seis áticos, con piscina en la azotea, que cuenta con vistas panorámicas hacia a la bahía de Palma y también hacia Cala Mayor e Illetas.
La piel de la fachada se caracteriza por su versatilidad, ya que los paneles se pueden levantar y transformar de persianas a pérgolas en función de las necesidades de la vivienda, la orientación y la incidencia del sol. Esta técnica posibilita el aprovechamiento solar en invierno y la protección contra el sobrecalentamiento en verano, creando una envolvente cambiante, orgánica y permeable que refleja la vida interior de las viviendas.
Las persianas de lamas horizontales de madera que componen la fachada principal, cumplen con los estándares de sostenibilidad y responsabilidad ambiental. La madera utilizada es de origen certificado, lo que significa que se ha obtenido mediante una gestión forestal responsable y sostenible. El uso de madera certificada no solo promueve la protección del medio ambiente y la biodiversidad, sino que también garantiza la trazabilidad de la madera y sus productos derivados a lo largo de toda la cadena de suministro. Esto significa que se asegura el cumplimiento de los requisitos sociales, económicos y ambientales en cada fase del proceso productivo.
El proyecto se diseñó para conseguir una máxima eficiencia energética y una demanda de climatización muy baja. De esta forma se reducen notablemente las necesidades de climatización y refrigeración respecto a una edificación convencional, convirtiéndose en una construcción con un coste energético reducido.
Las fachadas laterales del edificio presentan una estrategia que permite la integración en el contexto urbano, son más sólidas y herméticas, y limitan las vistas hacia los vecinos más próximos y las calles colindantes, garantizando la privacidad de los usuarios. La elección de diferentes texturas y tonos terrosos en las fachadas laterales contribuye a la integración visual del edificio en el entorno urbano y a su contextualización en la trama del barrio. La irregularidad en los huecos y la combinación de diferentes texturas y tonalidades rompen con la planicidad y regularidad de las fachadas laterales, aportando un carácter más orgánico y natural al edificio.
En el edificio se ha integrado un sistema de recolección y almacenamiento de agua de lluvia, con el objetivo de aprovechar los recursos hídricos disponibles y minimizar el impacto ambiental. Este sistema, basado en la instalación de aljibes, permite recoger y almacenar el agua de lluvia que se produce en la cubierta del edificio y en las áreas exteriores.
La utilización de esta agua almacenada tiene varios fines, entre ellos el suministro de agua para la reposición de la cantidad perdida por evaporación en las piscinas. Al reutilizar el agua de lluvia para llenar las piscinas se evita el consumo excesivo de agua potable. Además, el agua almacenada también se utiliza para el riego de los jardines de tipo mediterráneo, que se caracterizan por su bajo mantenimiento y su adaptación al clima y las condiciones locales. La utilización de agua de lluvia para el riego permite disminuir la huella hídrica del edificio.
La materialidad del proyecto fue un factor clave en la creación de una arquitectura sostenible y contextualizada en su entorno mediterráneo. En este sentido, se ha llevó a cabo una cuidadosa selección de materiales naturales y locales, que permiten establecer una relación armónica entre el edificio y su entorno, así como una adecuada respuesta a las condiciones climáticas y ambientales.
La utilización de materiales naturales, como las baldosas hidráulicas de cemento mallorquinas y el terrazo a medida, contribuye a la creación de un ambiente cálido y acogedor en el interior del edificio, al mismo tiempo que refleja la tradición constructiva local. Estos materiales también presentan un bajo impacto ambiental en su extracción y producción, ya que son recursos locales y de bajo procesamiento industrial. Al ser materiales de cercanía, permiten minimizar el transporte y en consecuencia la emisión de CO2. Asimismo, se ha dado una gran importancia a la elección de la madera de roble para los suelos y puertas, un material noble y resistente que aporta calidez a los espacios.