La pieza central del pabellón de Chile en la 17º Bienal de Arquitectura 2020, “How will we live together?” tuvo su origen en la palabra. Quinientos testimonios orales se transformaron en otras quinientas piezas de arte a través del trabajo de pintores e historiadores, que se apropiaron de los relatos de los habitantes de la emblemática población José María Caro. El trabajo, realizado sobre la base de un conjunto de reglas formales y de trabajo colectivo, en las cuales la autoría se diluye en la comunidad, recorre una serie de espacios que evocan vidas pasadas y presentes dentro de la comunidad.
La exhibición “Testimonial Spaces” del MAC reproduce el mismo montaje de un volumen de madera azul, apuntalado por sus bordes, que contiene en su interior las quinientas veinticinco pinturas. Por otra parte, el montaje incorpora la totalidad de los relatos recogidos en la comunidad de la Población José María Caro, desplegados en un muro de ocho metros de largo por cinco metros de largo, lo que permite que la audiencia se relacione con una nueva capa de información de la propuesta del Pabellón (la narrativa), además de un modelo a escala y una sala donde se presenta el Sneak Peak de “Testimonial Spaces” para la 17º Bienal de Venecia 2021.
La pregunta sobre cómo viviremos juntos implica una reflexión sobre las experiencias y la forma en que hemos atravesado, como comunidad, los diferentes ciclos políticos e históricos en el territorio que habitamos, y de qué manera la memoria permite observar el pasado y proyectar desde allí una mirada colectiva. La población José María Caro, situada al sur del anillo pericentral de la ciudad de Santiago de Chile, es uno de los ejemplos de mayor connotación urbana de un proceso de integración social. Hacia fines de la década de 1950 y principios de 1960, se puso en marcha un plan habitacional en el que el Estado –a través de la Corporación de la Vivienda– diseñó y visualizó un imaginario urbano que reunía distintos grupos sociales habitando un mismo territorio. Se trataba de grupos de personas que provenían de tugurios, trabajadores de niveles intermedios o independientes, empleados estatales y de las fuerzas armadas, que se reunieron en ocho sectores ordenados en relación con el desarrollo de la línea férrea que conecta el centro con el sur del país.
En ese sentido, la propuesta conceptual del proyecto pretende hacer un nudo entre la narrativa –el relato–, la representación y la arquitectura. Por una parte, los relatos breves recopilados a partir de entrevistas semi estructuradas, dirigidas por el historiador Juan Radic, describen acciones en el espacio público y privado. Por otra, el pintor Pablo Ferrer dirigió a un grupo de veintiún pintores, que se sometieron a una serie de reglas de representación para producir el conjunto de pinturas basadas en los relatos. Entre ellas, se destaca que el punto de vista principal de la concepción de las obras fuera isométrico, ya que es una forma de representación que proviene del mundo de la arquitectura que permite ver la totalidad de la escena representada. Al mismo tiempo, el procedimiento de construcción de las imágenes permite producir continuidad visual entre una pintura y otra. Así, teniendo en cuenta que el relato de cada pintura es disonante entre sí, al unirse los relatos convertidos en pinturas que contienen no solo figuras, sino piezas de arquitectura o fragmentos de ciudad, permiten crear y representar un nuevo imaginario de un territorio.
El objetivo de “Testimonial Spaces” es orientar una exhibición que persigue la promoción de recuerdos, deseos y tácticas espaciales de una vida integrada, en una ciudad que resulta de un inventario lleno de estereotipos, de una ciudad biográfica en la cual las arquitecturas, los imaginarios cotidianos, los espacios comunes y las circunstancias vuelven a construir otra ciudad ya vivida e imperfecta, anhelada e idealizada: una casa, una plaza, la feria, la cancha, el barrio, el vivir unos juntos a otros.—