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El Pabellón Centro se inscribe dentro de una investigación en donde la repetición de una única sección de madera configura la estructura del proyecto.
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Así, se sostiene mediante dos puntales inclinados a diez grados y tres vigas. La primera está ubicada a cuarenta centímetros por sobre el nivel del suelo, brindando el piso del proyecto, y dos bancas a lo largo que activan su condición pública. La segunda, dispuesta a dos metros del piso interior, genera dos grandes aleros con celosía que amplían el espacio exterior y construyen sombras sobre los asientos. La tercera amarra y remata el sistema a siete metros de altura.
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El proyecto pone a prueba dos variables estructurales. En la primera, traduce un diseño concebido a partir de la madera disponible en Chile a la realidad constructiva de México, operación que implicó redimensionar y adaptar el diseño a una realidad material mucho más limitada. La estructura queda resuelta mediante una única sección de cuatro por cuatro pulgadas y dos metros con cincuenta centímetros de largo, lo que generó uniones que determinaron la expresión final.
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La segunda variable propone un sistema abierto, en el cual la estructura es el soporte para que el pabellón y su espacio sea programado y reprogramado a partir de un conjunto de intervenciones de los estudiantes del tercer semestre de la carrera de arquitectura de la Universidad Centro en la Ciudad de México.
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La autoría final se diluye y desdibuja, y deviene en un espacio de colaboración y coexistencia al mismo tiempo que se refuerza la idea de que la estructura es una instancia pedagógica disciplinar y de negociación con los estudiantes y entre ellos mismos, ya que el espacio, los recursos y el tiempo eran limitados. Concluido el Festival Mextrópoli, el proyecto fue desmontado y se transformó en dos pabellones menores, uno ubicado en Centro para el uso de los estudiantes y el otro en Querétaro, como espacio para picnics al aire libre.
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