El proyecto está marcado por el desafío de llevar al límite, sin la necesidad de cruzarlo, la normativa del lugar que busca mantener la imagen y el paisaje de un pueblo centroeuropeo en las sierras de Córdoba, Argentina.
La casa se implanta en forma de T, donde cada ala cubierta por su respectivo techo a dos aguas, corresponde a una función programática diferente, y una columna que parece sostener en sí misma, todo el techo de la construcción.
El techo de la vivienda toma protagonismo en el proyecto. Busca exacerbar la unión entre las partes, el quiebre y el nacimiento. Busca ser más que un mero elemento de cierre: diferencia espacialmente la vivienda, juega con las escala y los espacios exteriores, marca expansiones, ingresos, vanos, enfoca visuales y crea privacidad.
Cada elemento que compone esta cubierta es una pieza singular y se confeccionó a medida, lo que dio como resultado un trabajo casi artesanal.
La construcción se despega del suelo para generar un espacio de guardado al cual se accede por una rampa lateral. Gran parte de la sala queda suspendida sobre el jardín frontal generando que desde todo el sector social pueda observarse al imponente Cerro Champaquí.
El interior es un armonioso juego de texturas y colores donde se entrelaza la calidez de la madera natural de la cubierta, la rusticidad del ladrillo pigmentado negro y los muros de mampostería.
Grandes aberturas enmarcan distintos fragmentos del paisaje natural buscando enfatizar la sensación de cercanía al pacífico entorno serrano cordobés.