
Ubicado en una esquina del barrio del Poblenou, en Barcelona, el nuevo edificio se retranquea unos metros en su planta baja dando lugar a una pequeña plaza pública. En los pisos superiores, la volumetría adopta una forma singular de escalonamiento generando terrazas ajardinadas en cada planta, aumentando considerablemente el espacio interior de las unidades.


La estructura portante de hormigón posibilita esta forma: dos grandes pilares inclinados sostienen todo el edificio. El núcleo de servicios y circulación, posicionado contra la medianera, también se materializa en hormigón. Las instalaciones se ubican por dentro del mismo, permitiendo techos liberados y espacios de trabajo más limpios.


El edificio incorpora estrategias termodinámicas que garantizan un menor consumo de energía debido a la protección solar optada, la ventilación a través de ventanas superiores automatizadas y gracias a la inercia térmica del hormigón.

Las fachadas laterales se organizan a partir de una modulación de pilares que sobresalen y protegen las carpinterías de la incidencia directa del sol. Las terrazas cuentan con toldos tradicionales gestionados automáticamente en función de las condiciones solares.

El proyecto propone una gran honestidad material, donde los materiales se exhiben en su estado original, sin revestimientos. Los cerramientos entre la estructura se resuelven con ladrillo cerámico, evocando a la arquitectura tradicional del barrio en el que se implanta.

