
El proyecto se desarrolla a partir de un sistema de prefabricación total en hormigón armado, en el que paneles modulares componen todos los elementos del edificio —fachadas, cubiertas y particiones interiores—. La tipificación de estos componentes permitió agilizar y simplificar el proceso constructivo, al tiempo que reforzó la identidad formal de la obra.

El conjunto alberga cinco viviendas: tres de dos plantas y dos de una sola. En la planta baja, las unidades se organizan en volúmenes rectangulares con dos frentes libres cada uno. En el nivel superior, tres cajas independientes se disponen de manera irregular sobre la gran losa de cubierta, generando entre ellas terrazas orientadas al este, hacia la Serra da Freita, accesibles por una escalera exterior.

Los paneles prefabricados estructurales definen una luz libre de 6,30 metros, sobre la cual descansan piezas de prelosa que conforman la cubierta del nivel inferior. Esta losa actúa también como elemento de transición visual: bajo ella, los módulos conservan el tono natural del hormigón; por encima, el material se pigmenta de verde, separando las tres cajas superiores de la base del edificio.


Cada vivienda cuenta con un acceso individual desde la calle, que conduce a un pequeño espacio exterior cubierto antes de ingresar directamente al estar. Desde allí se organizan el resto de los ambientes, evitando circulaciones innecesarias y prescindiendo de atrios o pasillos.


En el interior, los paneles prefabricados cumplen una doble función —estructural y de cerramiento—, eliminando la necesidad de mampostería adicional. El hormigón se convierte así en el material dominante, con superficies que alternan entre lo liso y lo rugoso, según la cara de los moldes utilizados. El proyecto aprovecha estratégicamente esta dualidad: las texturas suaves se reservan para las zonas visibles, mientras que las más rugosas se integran tras equipamientos o revestimientos cerámicos.


Las viviendas, abiertas al este y al oeste, favorecen la ventilación cruzada natural y una óptima exposición solar, lo que permite prescindir de sistemas mecánicos de climatización. El resultado es un edificio sobrio y preciso, donde la eficiencia estructural y material se combina con una sensibilidad espacial que valora la luz, el aire y la materialidad del hormigón.
