
El proyecto emerge como una transformación de una granja, implantado en una zona rural rodeada de montañas, prados, un fiordo y el mar abierto. El encargo consistía en crear un espacio que sirviera de vivienda a la vez que de estudio artístico para la clienta, la artista Gudrun Kristjansdottir.

El principal desafío era encontrar el equilibrio y la convivencia de espacios de distinto carácter y niveles de privacidad, como lo son los lugares de trabajo y el hogar familiar. A su vez, el diálogo con el entorno inmediato era fundamental.

Durante el proceso constructivo y proyectual, se trató de mantener la estructura de hormigón existente para preservar el carácter del granero, y aprovechar los recursos disponibles.

La parte principal de la estructura existente se construyó con hormigón en masa grueso y resistente, y un tejado de acero corrugado. Mediante la conservación de los muros perimetrales, en ruinas y sin cimientos, emerge un anexo, que en principio carecía de tejado y estaba en mal estado. Se optó por dejarlo intacto y hoy forma un patio protegido. Las aberturas existentes y las nuevas se cortaron con diamante para darles una suavidad que contrasta con los acabados exteriores rugosos.


La planta baja de doble altura alberga los sectores más públicos y dinámicos de la obra, como lo son el estudio de artista, la cocina y el comedor. El primer piso se caracteriza por ser de carácter más bien doméstico, contiene las zonas privadas de la casa.
