
Los grupos de convivencia que habitan las ciudades contemporáneas se han diversificado, incorporando integrantes no humanos que hoy cuentan con nuevos derechos y responsabilidades.


Las mascotas dieron lugar a comunidades emergentes que transforman tanto el espacio público como los edificios destinados a su cuidado. Tal es el caso de la Clínica Veterinaria Guayaquil, desarrollada a partir del reciclaje estructural de una casa urbana de principios del siglo XX.

La demolición de su crujía central –donde originalmente se encontraba el núcleo circulatorio– permitió generar un pasaje semicubierto que vincula la calle con un jardín abierto a la comunidad.


El piso de cemento con piedra expuesta, fue concebido para el tránsito de animales, y define un ámbito donde el clima exterior y la vegetación se integran al recorrido. Las crujías laterales, organizadas en dos niveles, se abren hacia este pasaje central: en planta baja se ubican la tienda y los consultorios veterinarios; en planta alta, el laboratorio, la sala de rayos X y el quirófano.

Tanto el frente como el contrafrente fueron revestidos con chapa corrugada. Esta decisión permite construir muros ventilados, unificar la imagen exterior y desplazar el foco hacia la invención tipológica del proyecto, concebida en respuesta a las necesidades de estas nuevas formas de convivencia urbana.

