El Centro DIF es un centro comunitario ubicado en el corazón de San Pedro Comitancillo, un pequeño pueblo de Oaxaca en la región del Istmo de Tehuantepec. Esta intervención reemplaza una instalación deteriorada de un solo nivel, donde la comunidad recibía atención en condiciones de hacinamiento e insalubridad.
Adaptar el programa arquitectónico a un terreno de docientos doce metros cuadrados representó un desafío importante. La decisión inicial fue distribuirlo en dos niveles, empleando un desplante en forma de L para liberar la planta baja. Al trasladar parte del programa al segundo nivel, se logró generar un área libre que facilita la articulación del resto de los espacios.
El acceso desde la calle se realiza a través de una puerta peatonal discreta que conduce a un pasillo estrecho y luego a un patio central, al cual acompaña una escalera lateral. Este patio se conecta con un área techada, semiabierta y de doble altura, que funciona como un espacio versátil para eventos, talleres, reuniones, y principalmente como comedor público. La cocina, contigua a este espacio, permite el acceso a un almacén y despensas para distribución de alimentos en situaciones de emergencias. En el segundo piso se encuentran una sala de reuniones, dos consultorios y la oficina de la dirección.
El diseño se basó en la definición de cinco crujías transversales a lo largo del terreno, cada una coronada por una bóveda de hormigón. Las fachadas están revestidas con celosías de cemento pigmentadas, cuyas aperturas variables filtran la luz, reducen las ganancias térmicas y ofrecen privacidad a oficinas y consultorios. Los espacios reciben abundante luz natural desde la parte superior de las bóvedas, lo que minimiza la necesidad de iluminación artificial.
El proyecto utiliza diversas texturas y tonalidades de hormigón: los elementos curvilíneos, como el cuerpo de la escalera y las bóvedas, presentan un acabado liso y semipulido en tono terracota, mientras que los volúmenes ortogonales están acabados en un encofrado estriado de tono terroso. Los muros perimetrales fueron construidos con bloques de cemento pigmentado, con un acabado rústico y texturizado, y actúan como telón de fondo para la vegetación. Estas texturas pétreas se enriquecen con detalles de carpintería en madera de parota y herrerías en tono rústico para las barandas y marcos de las ventanas.
En conjunto, el edificio se configura como un juego de texturas y patrones geométricos que maximizan el efecto de luces y sombras. A medida que el sol avanza por el cielo, la celosía genera un intrincado juego de sombras que se proyectan a través de las diferentes superficies del edificio, culminando en una experiencia visual dinámica y envolvente.