La casa, situada en Itamambuca, forma parte de una lectura cuidadosa del lugar y de una reflexión sobre el programa. Una parcela situada cerca del mar y marcada por una vegetación alta y densa, sugería una forma natural de ocupación. El deseo de los clientes era vivir con sencillez, valorando la naturaleza.
El proyecto se define en la intersección de estos dos vectores, estas dos voluntades. Al principio tenemos una estructura cuadrada, regular, de hormigón, que define claramente un piso para pisar y una cubierta para proteger.
La planta se eleva ligeramente del suelo natural, configurándose como escalón o banco, y la cubierta busca la posibilidad estructural de una planta baja libre y fluida, junto con el deseo de “traer” luz, aire y vegetación. El techo, un prisma invertido con soporte en todo su perímetro dispuesto simétricamente, permite la apertura en todas las direcciones, sintetizando esta conexión permanente con la naturaleza y albergando por igual toda la dimensión social de la casa.
La calidez y privacidad de los espacios íntimos se resuelven en una construcción ligera y sencilla, con elementos prefabricados de madera, dispuestos sobre el hormigón como si fueran muebles.