Casa en Serra da Bocaina

Una vivienda proyectada por Ana Altberg y Cesar Jordão a partir de estrategias de diseño sostenibles.

Fotografía Federico Cairoli

La casa está situada en la Serra da Bocaina, una de las zonas protegidas más extensas de la selva atlántica de Brasil, en la frontera entre los estados de Río de Janeiro y San Pablo. Bocaina forma parte de la Serra do Mar, una cadena montañosa que se extiende unos 1.500 km a lo largo de la costa sudoriental del país. Estas montañas albergan una rica biodiversidad, que incluye especies endémicas y en peligro de extinción, como el jaguar.

Fotografía Federico Cairoli

Para el proyecto, Ana Altberg y Cesar Jordão proyectaron una estructura que no saturara el suelo y se vinculara de forma equilibrada con el paisaje, considerando qué parte de los elementos debían proceder de otros emplazamientos.

Axonométricas

La región sigue siendo abundante en agua, pero la escalada del cambio climático ha traído períodos de sequía e incendios, por lo que el proyecto cuenta con una cisterna empotrada para recoger el agua de lluvia con una capacidad de 45.000 litros.

Fotografía Federico Cairoli

El saneamiento de la casa se llevó a cabo a partir de técnicas de permacultura como el BET (cuenca de evapotranspiración) y el círculo de plataneros, lo que garantiza que el suelo no se contamine y que las aguas residuales se transformen en nutrientes.

Planta baja
1° piso
Planta de techos

Dos volúmenes separados y girados a 45 grados se articulan mediante curvas, y entre ellos cobijan el espacio común. Las tres terrazas del eje este-oeste constituyen plataformas para disfrutar las vistas panorámicas de las montañas y las estrellas. De día, el suelo de piedra blanca desvía el calor del sol; de noche, ilumina el espacio al reflejar la luz de la luna.

Fotografía Federico Cairoli
Fotografía Federico Cairoli

La losa de la terraza central se dobla para permitir la entrada de luz indirecta desde las barandillas de cristal y el tejado invertido que, unido a los arcos de las fachadas norte y sur, remata con barandillas en forma de V espejadas. Los canalones se estrechan y dirigen el agua de lluvia de más de 300 m² de tejado a los pozos.

Fotografía Federico Cairoli
Fotografía Federico Cairoli

La estructura de la casa es mixta. Los bloques de las suites y las bases son de hormigón armado; en el interior, vigas metálicas conectan los bloques cuadrados y sostienen la estructura de madera del tejado. Toda la madera adquirida para la estructura, la fachada, los suelos y el revestimiento del tejado procede de la gestión forestal sustentable. Por otra parte, toda la carpintería fue realizada con materiales de derribo o reutilizados.

Corte

El listón de madera de las fachadas tiene una función térmica y crea una envoltura protectora para la mampostería, que se abre y se cierra como los marcos de las ventanas de las habitaciones. Además de los brises, los espacios interiores están rodeados de cortinas de fibra natural, que actúan como una capa de piel y filtro de luz adicionales para la casa.

Fotografía Federico Cairoli

La madera utilizada para las fachadas es Itaúba, que en la lengua indígena tupí conjuga las palabras “piedra” y “madera”. Su resina natural quema y sella la madera expuesta al sol, que se vuelve cada vez más dura y gris. Con el paso del tiempo, la casa también envejece y su exterior se vuelve cada vez más pétreo, formando una cáscara dura para un núcleo blando y protegido.

Fotografía Federico Cairoli

Durante las pruebas luminotécnicas del proyecto, los clientes decidieron quitar gradualmente buena parte de la iluminación artificial, lo que genera atmósferas en penumbra. Este proceso obliga a recalibrar la visión, para sintonizar mejor el entorno y molestar menos a la fauna que reside fuera.

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