Las olas de calor y las sequías continuadas de los últimos veranos, así como la normalización de fenómenos meteorológicos extremos como las nevadas o las lluvias torrenciales durante el resto del año, pone de manifiesto la falta de preparación de las ciudades sur-europeas ante la evolución de la actual crisis climática. Estas nuevas condiciones llevan a un replanteo del diseño de los espacios públicos.
Se presenta entonces el reto de cómo aumentar la vegetación en la ciudad ante la creciente perspectiva de falta de agua y de cómo imaginar un espacio público de encuentro, sin consumir grandes volúmenes de recursos, que resulte agradable a diversos agentes, y que propicie nuevas ideas de comunidad. Ante estas interrogantes, el proyecto se presenta como una experiencia pionera que busca imaginar cómo podrían ser las plazas y calles en un futuro cercano.
La intervención tiene lugar en el Patio Central de Conde Duque, un gran vacío de cuatro mil quinientos metros cuadrados, de diseño militar, que sirve de punto de acceso a las siguientes instituciones: el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque, el Archivo de la Villa, el Museo Municipal de Arte Contemporáneo, la Biblioteca Histórica y la Hemeroteca Municipal de la ciudad, la Biblioteca Digital Memoria de Madrid, la Biblioteca Pública Benito Pérez Galdós y la Biblioteca Musical Víctor Espinós.
A pesar de su potencial como lugar de encuentro entre los distintos usuarios y los vecinos, su monumentalidad presenta problemas de confort térmico y de escala, faltan lugares donde descansar, jugar y generar encuentros.
Con la intención de fragmentar la plaza en espacios más reducidos, se plantea la construcción de tres islas o jardines flotantes que permitan la aparición de actividades imprevistas y convivencias inesperadas entre los distintos públicos de las instituciones que circundan el espacio.
Cada una de estas islas presenta un ecosistema específico que se refiere a estrategias distintas ante nuevas condiciones climáticas: desde especies que hablan de la vegetación característica de la cuenca mediterránea, a la adaptación de especies de otras latitudes y de plantas pirófitas que, en condiciones de sequía, hacen del calor su modo de supervivencia y propagación. Estos tres paisajes incorporan, a la vez, una familia de elementos singulares que dotan a las instituciones de lugares para el teatro, la danza, la palabra, la performance, las artes plásticas y la música.
Equipadas con ruedas, las islas pueden desplazarse a los laterales para recuperar el gran vacío central y permitir la celebración de grandes eventos.
Presidiendo la entrada, en el centro del patio y delante del acceso al Archivo Municipal, se encuentra la primera isla, llamada Isla Remota, que se caracteriza por una grada doble destinada a eventos y un gran neón que se alimenta con energía solar. Debajo de la grada emerge un paisaje con especies importadas de diferentes latitudes y culturas que comparten, únicamente, su resiliencia a nuestro clima.
A su izquierda, guiando la entrada al Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque y al Museo Municipal de Arte Contemporáneo, se encuentra la segunda isla, llamada Isla Endémica, que cobija en su interior un pequeño teatro experimental. Un telón perimetral determina la posición de los espectadores: una pequeña grada situada en su interior permite actuaciones de formato reducido; a la vez, el telón define un vacío que funciona como escenario para eventos de mayor escala. La isla contiene las especies endémicas que configuran los paisajes ibéricos secos, como, por ejemplo, la dehesa con sus madroños y retamas, o los paisajes costeros mediterráneos, llenos de olivos y romero.
Finalmente, definida por una materialidad rugosa y oscura que recuerda a un paisaje volcánico, la tercera isla, llamada Isla Pirófita, se caracteriza por su suave pendiente, que puede utilizarse indistintamente como escenario, platea o zona de descanso. Situada cerca de los accesos a las distintas bibliotecas, esta isla presenta dos areneros en forma de cráter separados por una colina.
Finalmente, definida por una materialidad rugosa y oscura que recuerda a un paisaje volcánico, la tercera isla, llamada Isla Pirófita, se caracteriza por su suave pendiente, que puede utilizarse indistintamente como escenario, platea o zona de descanso. Situada cerca de los accesos a las distintas bibliotecas, esta isla presenta dos areneros en forma de cráter separados por una colina.