El proyecto planteaba el reto de cumplir con los requisitos funcionales de la actividad prevista aceptando la condición de elemento de gran visibilidad en el norte de Barcelona. Su diseño ayuda a integrar y organizar un entorno complejo, conectando visualmente con el parque de bomberos y el mercado a través de su estructura vertical, y con los barrios de Sant Genís y el Carmel mediante su fachada de obra vista, que se relaciona con las medianeras y las torres de vivienda cercanas.
La torre se planteó como un sistema abierto, con gran flexibilidad y adaptación funcional para responder a los requerimientos programáticos actuales y anticipar futuros cambios de uso.
Se propone una planta cuadrada, de 7,15 metros de lado, a partir de una retícula de pilares y jácenas de hormigón que generan una malla tridimensional de donde se obtienen cuatro espacios vacíos de dos metros por dos metros en cada planta, que pueden acoger multiplicidad de situaciones espaciales con la máxima adaptabilidad al programa.
Los espacios interiores recrean situaciones extremas de edificios para permitir desarrollar las prácticas de los bomberos (dobles y triples espacios, escaleras de caracol, escaleras de gato, pozos, puertas, ventanas, etc.) mientras que en el exterior aparecen unos balcones en diferentes posiciones para potenciar las prácticas de rápel y rescate vertical.
La elección de los materiales responde a criterios de integración paisajística y de durabilidad, mantenimiento, resistencia a los impactos y facilidad constructiva. Se utilizaron únicamente tres materiales que permiten una diferenciación y optimización del proceso constructivo: hormigón para la estructura, cerámica para la envolvente y elementos metálicos para los cerramientos y balcones.
Más allá de permitir el desarrollo del programa previsto, la torre actúa como refugio climático para las personas y también para los pájaros. La celosía de la fachada, formada por piezas cerámicas de gran profundidad, garantiza una ventilación permanente de los espacios interiores y permite una reducción de la temperatura exterior sin la utilización de ningún sistema de climatización artificial.
Del mismo modo, se incluyen doce nidos de vencejos en una de las fachadas con el fin de promover la biodiversidad y dar cobijo a una especie de ave que frecuenta la sierra de Collserola.
De este modo, el proyecto se plantea como una infraestructura que perdurará en el tiempo, incluso más allá de su uso actual. La compartimentación interior y los cerramientos admiten cambios para acoger otros programas y prolongar la vida útil de la torre que también puede funcionar como punto de observación urbano de los barrios de Horta-Guinardó.