Durante la última década, en España, ha surgido un nuevo tipo de habitante rural que es al mismo tiempo urbanita: una población que regresa constantemente al campo sin haber abandonado la ciudad. Esta dinámica propició nuevas formas de habitar el paisaje, y trajo aparejada la necesidad de adaptar antiguas instalaciones. En este contexto surge The Young Old House, la reformulación de una antigua casa de los años 70.
La vivienda original no contaba con ningún tipo de aislamiento térmico, ni con una relación directa con el entorno. Por ello, los arquitectos Enrique Espinosa y Lys Villalba diseñaron una estrategia que permitió acondicionar progresivamente la casa.
Se proyectaron tres volúmenes bajo cubierta, revestidos por piezas de color que diferencian lo nuevo de lo antiguo: una zona de estar, un cuarto para instalaciones y un dormitorio. Los muros de piedra originales se interrumpieron para posicionar una estructura metálica de viga y tensor que favorece la continuidad entre los espacios interiores y permite establecer una relación visual más directa con el paisaje exterior.
El mobiliario se fabricó a partir de materiales recuperados de la antigua fachada y la cubierta: ahora el techo está en la mesa, la fachada es un banco corrido, las contraventanas rearmadas son las nuevas puertas y los materiales de la antigua cubierta esperan en el granero a ser parte de la nueva fachada.
A los elementos reciclados se añadió mobiliario fabricado principalmente en metal: una puerta oculta para salir al campo, lámparas para cenar en el prado por las noches, cuatro camas y dos ventanas tipo ojo de buey.
The Young Old House visibiliza relaciones entre objetos y habitantes del medio rural y urbano, permitiendo repensar modelos contemporáneos de habitar un territorio “rur-urbano”.