Teatro y arquitectura

El desafío de la puesta en escena a través de la mirada de Mariana Tirantte.

Fotografía Carlos Furman

La puesta escenográfica en el teatro es otra de las tantas formas que puede tomar la arquitectura. Plantea un desafío en términos de espacialidad, responde a la necesidad de materializar el paso (o el “no paso”) del tiempo y, a la vez, la necesidad de materializar los espacios dinámicos o estáticos que propone una narrativa teatral.

En el libro Lenguajes escénicos (2006), Beatriz Tratoy y Perla Zayas de Lima narran cómo durante el siglo XX los realizadores teatrales experimentaron con el espacio la relación del cuerpo del actor y los de los objetos como también el vínculo entre actores y espectadores y sala teatral y espacio urbano.

Si achicamos la escala, Uberfeld plantea la idea de que el espacio teatral está integrado por el vínculo entre escenario y sala además de objetos, escenografía, actores y espectadores; mientras que el espacio escénico está formado por el conjunto de signos de la escena. 

Tratoy y Zayas de Lima , explican que “la escenografía se instala en un espacio arquitectónico que se adapta o modifica, el espacio físico puede atravesar esos límites materiales potenciando el tono dramático de la acción y sosteniendo su impacto emocional (). La escenografía puede estar contenida en el escenario o bien invadir la sala, desdibujando sus límites; es posible transformar el espacio real por medio de cambios estructurales (materiales)().”

Así, dos arquitecturas de diferente escala actúan simultáneamente a la vez que se contienen entre ellas: aquella propia del edificio o sala y aquella que sucede en el escenario que recrea el espacio y tiempo de la obra en sí misma. La complejidad de esta convivencia no solo radica en la materialización de dichas arquitecturas, sino también en lograr potenciar el alcance emocional que una obra teatral puede implicar a través de la escenografía. 

Para Mario Vanarelli, destacado escenógrafo, director de arte y vestuarista argentino, “la escenografía identificada con el mensaje de la obra y dentro del limitado espacio escénico, debe transportarnos y hacernos sentir en sus formas, líneas y colores el clima en que se mueven los personajes, su espíritu y el drama que los vincula. La misión de la escenografía no es solamente representar de forma realista o simbólica tal o cual ambiente. El decorado debe reflejar el justo espíritu de la obra, su esencia, su mensaje. La puesta en escena es, de esta manera, un recordatorio de que la arquitectura, en sus diversas formas, debería pesar en significado, desafiando los límites materiales.

En este sentido, Luis Diego Pedreira, figura clave en la modernización de la escenografía teatral en Argentina, agrega “(…) así como la arquitectura enseña a crear espacios para que el hombre viva mejor, la escenografía debe crear un mundo propio para el personaje, un espacio que refleje la personalidad de quien habita el escenario (…) el desafío de la escenografía como espacio tridimensional,  es incorporar la cuarta dimensión del tiempo.” De esta forma, esta nota propone entender cómo se aborda el espacio y el tiempo en términos escenográficos y proyectuales, bajo la mirada de la escenógrafa Mariana Tirantte.

Fotografía Carlos Furman

“Los años” (2021) es una obra dirigida por Mariano Pensotti que propone sumergirse simultáneamente en dos momentos de la vida de Manuel: cuando tiene 30 años y cuando tiene 60.

Una de las particularidades de la obra es que ambos tiempos se ven en simultáneo. La juventud de Manuel y su madurez se representan en paralelo, una junto a la otra. El set duplica los espacios dando la posibilidad de contrastar el presente con el futuro permanentemente”, afirma Pensotti. 

De esta forma, “Los años” aborda diferentes líneas temporales en una misma puesta en escena: “El presente y el futuro se entremezclan creando particulares combinaciones y modificaciones.”

Fotografía Carlos Furman

Mariana Tirantte, quien trabaja junto con Mariano Pensotti hace varios años, explica la forma mediante la cual los dos enfrentan una obra teatral en primera instancia, cuando la hoja aún está en blanco: “Con Mariano tenemos un disparador que por lo general es una temática muy amplia, tal vez después él la afina más y ahí nos preguntamos: ¿qué genera esa temática?, ¿qué sería en lo concreto?, etc. Tiene que ver con partir desde el germen de la historia que podría ser simplemente un tema y que luego es una conjunción para el dispositivo escénico. Luego, por lo general, Mariano escribe la obra alrededor de eso. Es decir, esa dramaturgia está escrita específicamente para ese espacio.”

Mariana deja en claro que los dispositivos escénicos y la obra, lejos de ser instancias de proyecto separadas e independientes al trabajar con Pensotti, se retroalimentan desde el momento uno, se condicionan la una a la otra a medida que el proyecto se desarrolla: “Estos dispositivos escénicos no sólo son decorados, sino que son espacios que condicionan las acciones. En el trabajo de “Los años”, con Mariano Pensotti durante todo el proceso pensamos juntos una forma de contar, y él escribe el texto en función de este dispositivo. (…) Este último es un condicionante más en la dramaturgia del texto, en la dramaturgia del espacio. No son escenografías meramente decorativas: arman la espacialidad, arman la escena.”

Fotografía Carlos Furman

En la conversación con la escenógrafa, nos comentó qué condicionantes se presentan a la hora de avanzar con el montaje concreto de los dispositivos escénicos: “(…) depende del proyecto, de cuantas veces se presenta la obra. Obras como “Los años” o “La obra” están concebidas para girar en sí mismas, y también para ser presentadas en distintos teatros. Ahí debo pensar en varias cosas: cómo modular ese dispositivo, en que tiene que tener armado rápido o hasta en que tiene que venir en camión, mismo en las condiciones o normas que cada proyecto me exige. También tener en cuenta si están concebidas para convivir: escenarios que hay que desarmar porque habrá otra cosa entre función y función. Todo eso comienza a condicionar el diseño lógicamente.”

Ahora sí, refiriéndose precisamente al montaje de la obra “Los años”, expresa que se trató de dos “casitas” iguales: se representa el mismo espacio dos veces, una en el presente y la otra en el futuro.

Fotografía Carlos Furman

La escenografía de “Los años”, al estar sobre ruedas y ser giratoria, permite la posibilidad de armar parcialmente otras escenas, que podrían pensarse como la tercera línea temporal o como una pausa en el tiempo. Mariana lo llama “un juego de diferencias”: un juego que deja al descubierto las diferencias mediante el recurso de la repetición, es la misma casa con diferentes detalles que dan cuenta de ese paso del tiempo.

“El dispositivo escénico consiste en dos estructuras pivotantes (“casitas”) de 4,50 metros de ancho x 5,00 metros de profundidad y 5,50 metros de altura. Cada estructura es un vagón sobre ruedas que gira a 45 grados (desde el centro hacia la izquierda y desde el centro hacia la derecha) en varios momentos de la obra. Mientras las dos estructuras están abiertas, revelan un espacio escénico vacío: allí habrá elementos adicionales que compondrán las escenas que no ocurren dentro de las estructuras (“casitas”)”, comenta.

Fotografía Carlos Furman

“Además, la cortina a rayas en la parte superior derecha también funciona como una pantalla donde se proyecta una película en varios momentos de la obra”, agrega luego.

Fotografía Carlos Furman
Fotografía Carlos Furman

Las palabras de Mariana Tirantte nos invitan a reflexionar sobre el desafío que implica proyectar y materializar una puesta en escena: en los factores que la condicionan y en el modo en que múltiples disciplinas —como lo son el texto de la obra, la iluminación, entre otras— actúan en simultáneo. “Los años” despliega una concepción íntegra e interdisciplinaria de la escenografía, desbordando los límites del tiempo y del espacio.

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