El edificio de la Fundación Save the Children diseñado por elii constituye un punto estratégico en el barrio de San Diego en Madrid. El proyecto aborda la rehabilitación y ampliación de un edificio de los años cincuenta con el objetivo de resolver el programa solicitado por la Fundación: un centro de atención a la infancia. La propuesta supuso la adición de un nuevo cuerpo que se descuelga de la estructura actual, resolviendo la ampliación del edificio y reconfigurando la nueva fachada.
La estructura existente fue rehabilitada y consolidada mientras que la parte posterior del edificio se demolió parcialmente para integrar un nuevo núcleo de circulaciones y servicios adaptado a las normativas vigentes.
Posteriormente se analizó la ampliación de la última planta, agotando la edificabilidad permitida por medio de un espacio de doble altura, dispuesto entre dos terrazas, que favorece la ventilación cruzada. La rehabilitación de la fachada se llevó a cabo a través de un sistema de aleros, toldos y maceteros que cuelgan desde la última planta y resuelven la ausencia de aislamiento térmico, regulan la radiación solar y configuran la nueva imagen de la Fundación frente a su contexto urbano.
El estudio de las metodologías contemporáneas de atención infantil determinó la relevancia de prácticas que incentiven la confianza, la responsabilidad y las relaciones afectivas. En consecuencia, los arquitectos equiparon el edificio con elementos que facilitan la interacción y la apropiación de los espacios por los usuarios, así como una relación afectiva con la nueva sede.
Adicionalmente, se trasladaron algunos de estos enfoques al soporte arquitectónico mediante una serie de decisiones espaciales, materiales, cromáticas, de mobiliario y de diseño. Los paneles móviles (en las aulas) o el mobiliario portátil (un sistema de estanterías con ruedas en la biblioteca) permiten estructurar el espacio de distintas formas y favorecen una organización colaborativa. De manera complementaria, se incorporaron elementos que incentivan el cuidado, como las plantas (en maceteros) y algunas “mascotas arquitectónicas” (integradas en los diferentes espacios) cuyo cuidado será una tarea colectiva.
Durante la concepción del proyecto se establecieron una serie de medidas bioclimáticas elementales, pasivas y activas, que se suman a la estrategia de climatización integral. Los arquitectos diseñaron una nueva envolvente y espacios que facilitan la ventilación cruzada cuando es posible.
El nuevo sistema de fachada reduce el uso de aire acondicionado en verano y de calefacción en invierno junto con la incorporación de plantas que contribuyen a regular la temperatura y la humedad durante los meses estivales. A su vez, se implementó un sistema de climatización de frío/calor mediante losa radiante. El conjunto logró la máxima calificación en términos de certificación energética, así como una reducción en los gastos de mantenimiento del edificio, garantizando el confort de los niños, visitantes y trabajadores.
Con el objetivo de acortar los plazos y ajustar el presupuesto, el proyecto se plantea como la rehabilitación elemental de un “hardware” básico que permite a la Fundación comenzar su trabajo en el barrio. Por otra parte, el edificio incorporó una serie de protocolos de actuación que en el futuro le permitirá introducir nuevos elementos al conjunto, ajustar sus prestaciones y actualizar el cuerpo principal según sus necesidades. Entre estos elementos se destacan dos posibilidades: primero, cerrar la terraza principal para dar lugar a un invernadero que formará parte del sistema de climatización activo y, segundo, incorporar energía solar fotovoltaica en la cubierta. Las dos operaciones aprovechan el potencial del edificio y proponen un programa estimulante y funcional a la vez.