Luego de décadas de expansión gradual, la fábrica Ryhove, situada en el centro de Gante, mostraba signos de decadencia a raíz del paso del tiempo. Según la empresa, su imagen corporativa ya no coincidía con los estándares de producción actuales. Por ello, se le encomendó al estudio belga TRANS llevar a cabo el proyecto de una nueva sede.
Había dos opciones: abandonar el sitio para construir un nuevo edificio en una zona industrial periférica o asumir el reto de demoler parcialmente la fábrica y reconstruirla en el mismo lugar. Finalmente se optó por la segunda opción, que permitía a los empleados seguir trabajando en su barrio.
El proyecto está emplazado en la esquina del lote, y articula un bloque en forma de C que aloja un estacionamiento subterráneo.
Una de las premisas era integrar la nueva construcción con el barrio, una zona residencial de baja densidad. En este sentido, para la fachada se utilizó como referencia la tipología característica de “casas adosadas”, que consisten en viviendas idénticas construidas unas al lado de las otras.
El proyecto reestructura la logística de transporte de manera más eficiente y cuenta con dos accesos al predio. Una gran rampa destinada a vehículos de grandes dimensiones conecta el nivel de la calle con el subsuelo y articula la zona de carga y descarga. Así, la manipulación de la mercadería no queda oculta, sino que está situada en el corazón de la fábrica.
La fábrica cuenta con oficinas y salas de reuniones. Y aunque la fachada está dividida en tres partes, los interiores son continuos.
La nueva sede de Ryhove está construida mediante una estructura mixta de hormigón, acero y madera que permite abrir grandes ventanas corridas que iluminan los interiores y enfatizan la continuidad de los espacios. La combinación de todos sus componentes resulta en lo que los arquitectos definen como un carácter que oscila entre un edificio urbano y uno periférico.