El pabellón Refugio surge como complemento de una vivienda unifamiliar, situada en las afueras de Flandes (Bélgica). Consta de una serie de planos de hormigón dispuestos en el centro del jardín, alineados con el doble eje que establecen la propiedad y los límites del terreno. Su color rosado, inspirado en la casa preexistente, ofrece un contrapunto con el entorno natural.
Los muros conforman un sistema de llenos y vacíos dispuestos estratégicamente, de forma tal de enmarcar el paisaje circundante, que permanece silvestre. Desde lejos, el pabellón pareciera fundirse con el entorno.
Un conjunto de elementos paisajísticos acompaña el recorrido alrededor del proyecto: un estanque filtrante, un patio, un cobertizo para bicicletas y un almacén.
El programa se divide en dos niveles. La planta baja articula una pequeña cocina, un comedor con vistas al estanque y una escalera que conduce al subsuelo, donde se dispuso un taller de grabado y espacios complementarios de guardado.
Los interiores mantienen la estructura de hormigón a la vista y se complementan con revestimientos de madera de paneles reciclados del encofrado, barandas y carpinterías de color rojo.
El proyecto utiliza la figura del círculo como una geometrización abstracta de un claro en el bosque. Cada marco que surge en este espacio está en relación con la casa existente y la naturaleza.
En la cubierta se añadió un borde semicircular, que brinda sombra al patio interior. Como explica Rogiers Vandeputte, el espacio está inspirado en el motivo pictórico cristiano del hortus conclusus (huerto cerrado).