La reforma del estudio Alonso&Crippa para un PH ubicado en el centro de una manzana, en el barrio de Palermo, se basó en la reorganización de la circulación vertical y en la reconexión de los diferentes espacios de la vivienda entre sí y con el exterior.
En las últimas décadas, el barrio de Palermo Viejo, en la ciudad de Buenos Aires, ha experimentado un fuerte proceso de gentrificación y una rápida transformación. En pocos años pasó de ser un área principalmente residencial a albergar múltiples usos comerciales y culturales. Estas actividades intensificaron la ocupación del perímetro de la manzana, haciendo que los usos terciarios se volvieran hacia la calle y que el uso residencial se viera relegado al interior de la manzana o por encima de las plantas bajas.
En este contexto de transformación urbana, la reforma de un PH[1]que llevaron a cabo Alonso&Crippa representó la oportunidad de explorar una nueva forma de habitar, alejada de la relación con la calle y en contacto con un paisaje dominado por el cielo, algunos árboles y los signos de ocupación del centro de manzana porteño: construcciones profundas, cubiertas no transitables, terrazas de servicio y algunos jardines domésticos.
Con el tiempo, la propiedad había acumulado una serie de refacciones que eliminaron los rasgos específicos de la construcción original. Se habían agregado habitaciones por encima de la planta baja y el patio estaba cubierto, lo cual generaba condiciones de luz y ventilación deficientes y una organización intrincada, además de una circulación vertical desarticulada.
El proyecto no intentó ampliar la superficie, sino despejar y redefinir las conexiones entre los espacios existentes a través de una nueva escalera que capta luz y enmarca elementos del paisaje circundante. La casa se organiza en tres niveles: en la planta baja, el patio de acceso funciona como extensión de la sala de estar; en el primer piso, una terraza se conecta con el dormitorio y expande su carácter íntimo; en el segundo piso, una terraza amplia funciona como un estar al aire libre con el paisaje urbano como telón de fondo.
La paleta de materiales empleados fue reducida: se priorizó la continuidad de los paramentos blancos para multiplicar el efecto de reflexión de la luz natural. La envolvente actúa como una superficie que se pliega –aumenta el perímetro del volumen interior y concentra los vanos en las aristas–, evidenciando sus articulaciones.
El nuevo volumen de la escalera descansa sobre una medianera vecina de gran altura, con lo cual reduce su impacto sobre el patio y define la nueva envolvente de la casa. En el patio recuperado de la planta baja, que vincula los ambientes adyacentes con el exterior, se adintelaron los muros de carga existentes para maximizar la superficie transparente, una decisión que refuerza las condiciones lumínicas de este nivel. Un pequeño hueco cenital, que atraviesa verticalmente el volumen de la casa, capta la luz intensa del mediodía y la distribuye por los distintos espacios, a la vez que conecta todos los niveles de la casa.
El proyecto intentó despejar y redefinir las conexiones entre los espacios existentes a través de una nueva escalera que capta luz y enmarca elementos del paisaje circundante.
[1] Durante la primera mitad del siglo XX, la tipología de PH (Propiedad Horizontal) construyó tejido residencial de forma masiva en la ciudad de Buenos Aires. El acceso general a este tipo de viviendas, agrupadas en hilera en un mismo lote, se da a través de un corredor, único espacio de uso común que atraviesa la profundidad de la manzana perpendicular a la calle y que permite ingresar a cada vivienda a través de un patio que articula una serie de habitaciones genéricas. La estructura espacial de la habitación, módulos de 3,5 x 3,5 x 3,5 metros, da lugar a múltiples oportunidades de ocupación.