El Palazzo dei Diamanti comenzó a construirse en 1493 y constituye el centro ideal de la llamada “Addizione Erculea”, un proyecto urbanístico ambicioso concebido por el propio Rossetti para el duque Ercole I d’Este en el que se preveía duplicar la ciudad de Ferrara. Símbolo de la arquitectura renacentista y uno de los monumentos italianos más famosos del mundo, el palacio recibe este nombre porque expone ocho mil quinientos sillares piramidales en sus dos fachadas exteriores.
En febrero de 2017, el Municipio de Ferrara convocó un concurso internacional en dos etapas para su renovación, que afectaba a toda la planta baja destinada tradicionalmente a exposiciones temporales de alto nivel. Entre los setenta grupos participantes se seleccionó al integrado por Labics y 3TI progetti italia. Tras una interrupción inicial del proceso por parte del Ministerio de Patrimonio Cultural en 2019, finalmente se perfeccionó y aprobó el proyecto.
El proyecto parte de la convicción de que la arquitectura, a diferencia de la pintura, la escultura u otras formas de arte, es un arte vivo que no solo puede contemplarse por su belleza, sino que, para seguir existiendo, debe experimentarse y, si es necesario, reinterpretarse.
El palacio ha sufrido una intrincada historia a lo largo de los siglos que lo convierten en un espléndido palimpsesto, hecho de replanteamientos, adiciones posteriores y fragmentos inacabados.
Así, el proyecto no es un monumento en sí mismo, sino una arquitectura destinada a alojar actividades públicas que consoliden su papel y presencia en la cultura de nuestro país; es un testimonio no solo del enorme patrimonio que nos legó el pasado, sino también una oportunidad para seguir produciendo y transmitiendo cultura en el futuro.
La primera tarea consistió en verificar el estado de conservación de la envolvente. Una vez retirados los antiguos revestimientos de cartón-yeso, quedó claro que el estado de conservación era bastante frágil. Por ello fue necesario reconstruir los desperfectos y consolidar los daños, antes de proceder a las obras posteriores.
Una vez concluidas las obras de restauración, se creó el recorrido expositivo. Todas las salas fueron acondicionadas con nuevas superficies de gran resistencia tecnológica. En ambas alas se colocaron nuevos portales de bronce pulido para acentuar la secuencia espacial del palacio renacentista.
La segunda intervención afectó a los espacios del antiguo Museo del Risorgimento, restaurados por completo, a los que se le asignaron nuevas funciones de apoyo a la actividad de exposición: cafetería, librería, aula didáctica y espacio polivalente. Además, se renovaron los patios interiores, concebidos como verdaderas salas al aire libre.
La tercera intervención estuvo ligada a la continuidad de los recorridos, tanto en el interior como en el exterior.
La intervención más significativa fue la creación de una conexión en el jardín entre las dos alas del Palacio, que consiste en una estructura ligera y trilítica de madera parcialmente vidriada, que se prolonga en el jardín, resaltando sus geometrías principales.
La estructura, realizada en madera carbonizada, asegura una buena durabilidad en el tiempo y bajo mantenimiento; los paneles correderos de vidrio, que protegen el paseo durante las estaciones menos favorables, se pueden abrir completamente para restablecer la continuidad física entre el patio renacentista y el jardín trasero.