En 1872, el senador y empresario don Luis Pereira encargó al arquitecto francés Lucien Hénault el diseño de una mansión urbana para su familia. Hénault fue uno de los profesionales europeos que el Estado chileno trajo al país para diseñar obras emblemáticas destinadas a las nuevas instituciones republicanas.
Henault logró un edificio que surge del cruce de la racionalidad estructural de la composición neoclásica, la tradición local de la casa-patio, y la visión de ciudad de la naciente república al mantener la fachada continua predominante en las manzanas aledañas.
Una galería de planta cruciforme, constituye el rasgo principal de la planta, siendo este el elemento que organiza y orienta los espacios más significativos de la planta baja, rematando en un patio que ocupaba la parte trasera de la propiedad y separaba las zonas de servicio de las utilizadas por la familia.
A finales de los años setenta, y poco después de ser declarado Monumento Nacional, el edificio entró en una etapa de decadencia y abandono. Luego del terremoto de 2010 en Chile, el Estado compró el palacio y convocó a un concurso público de arquitectura para transformarlo en la sede del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. La estrategia material del proyecto puso énfasis en la complejidad de habitar una estructura como esta, sin dar prioridad ni a la nueva intervención ni al carácter de la elegante ruina del Palacio. Al tiempo que intentaba recuperar la continuidad perdida, el proyecto optó por celebrar el estado que presentaba en el momento de iniciar la restauración.
En muchas zonas del edificio los entrepisos originales estaban derrumbados, lo que reveló un tejido estructural en toda su altura en los recintos destinados actualmente a la cafetería y librería pública. Se decidió conservar esta condición de ruina, sin reconstruir techos ni cubrir superficies. En estas salas de quince metros de altura se introdujeron dos escaleras helicoidales, revestidas en bronce y de carácter escultórico, para conectar la circulación interna del Ministerio, ubicada en el perímetro del primer nivel, con las oficinas gubernamentales del segundo piso.
Las demoliciones y derrumbes parciales dieron paso a una zona vacante dentro del sitio existente. El proyecto contempló una nueva estructura para completar la huella del edificio original y dar cabida a las distintas oficinas del Ministerio. Esta operación consistió en rellenar con una retícula tridimensional y homogénea de pilares y vigas de hormigón de veinticinco por veinticinco centímetros, colocadas a una distancia de 1,59 metros entre sí. El núcleo de esta zona quedó libre para reconstruir la tipología original de patio, creando un espacio capaz de vincular todas las funciones circundantes. El patio, poroso y permeable a la luz natural, celebra la simultaneidad, coexistencia y superposición de diferentes épocas y tiempos históricos.