El proyecto está situado detrás de la escuela primaria, a pocos metros del edificio principal de estilo neobarroco, que fue construido hace más de cien años. A partir de su ubicación privilegiada, la premisa principal consistió en generar un contrapunto entre tradición y modernidad, pasado y presente.

Para reducir visualmente el tamaño del pabellón, építész studio optó por enterrar parcialmente la estructura en la pendiente donde se apoya. De esta manera, la cubierta genera una continuidad con los caminos preexistentes y permite alojar una cancha adicional.

El pabellón cuenta con dos accesos: uno a nivel de planta baja, que conecta con los baños y la zona de guardado; y otro en el siguiente nivel, vinculado a la rampa, que conduce directamente a la cancha principal y las tribunas.  

El jardín que alberga  la nueva estructura solía estar formado por frondosas terrazas, que perdieron su carácter a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. El proyecto procuró incorporar nueva vegetación, de modo que los alumnos pudieran disfrutar de los alrededores del pabellón.

Para el cerramiento de la cancha exterior se utilizaron tubos galvanizados que sustituyen la tradicional red de soga, y se extienden por delante de la estructura generando una trama abierta y permeable, que permite entrever la fachada del edificio histórico.

Las entradas y los espacios de recepción del pabellón están pintados de azul oscuro, de manera tal de generar una transición abrupta entre el exterior y la cancha interior, un espacio amplio y dotado de luz. Por otra parte, el programa cuenta con vestuarios y espacios de guardado, situados cerca de los accesos. 

El espacio interior principal conserva la estructura de hormigón parcialmente a la vista. Además, la cancha, las gradas y los muros presentan distintos revestimientos en madera, que mejoran la comodidad y la utilidad de los espacios, y contribuyen a generar un ambiente ameno.