
A primera vista, la función principal del nuevo pabellón deportivo puede no ser evidente, pero su rol como bisagra urbana en un área heterogénea, entre el centro de formación profesional, el antiguo ayuntamiento, el instituto y el recinto ferial, resulta crucial. La implantación del pabellón genera una secuencia de espacios abiertos con diferentes cualidades que se entrelazan sin interrupción con su entorno. Al norte, la plaza del campus con sus notables árboles antiguos, frente a la fachada de acceso principal, recibe a los estudiantes con un gesto acogedor. A su vez, la posición del pabellón deportivo define el recinto ferial, ubicado al este del edificio. En dirección al sur, gracias a seis grandes portones y el nuevo diseño de la plaza, se abre un generoso espacio al aire libre, que conecta al edificio con las actividades exteriores.

La fachada principal del edificio refleja este carácter a través de una combinación de superficies abiertas y cerradas. En el área destinada a la sala deportiva, los muros exteriores se presentan cerrados, coronados por una franja continua de lucernarios que aporta iluminación natural desde lo alto. En contraste, la fachada de acceso invierte este principio: un amplio acristalamiento continuo en planta baja abre el vestíbulo hacia el exterior, mientras que la planta alta se reviste con una celosía de lamas de madera. Las fachadas este y oeste retoman este juego compositivo mediante una división central que equilibra llenos y vacíos.

El vestíbulo, accesible a nivel de planta baja desde la plaza del campus, se concibe como un espacio multifuncional, abierto y luminoso. Además de cumplir con las funciones de recepción y distribución, incorpora una cafetería que brinda servicio de restauración a estudiantes, docentes y visitantes externos, transformando al pabellón en un punto de encuentro central dentro del campus.


Entre la sala deportiva con sus tres canchas y el vestíbulo, se desarrolla un espacio lateral que alberga dependencias auxiliares como cocina, vestuarios, depósitos de material, sala de control, instalaciones técnicas, almacenamiento y acceso mediante dos escaleras a la planta superior. Allí, dos grandes salas de gimnasia, casi cuadradas, proporcionan espacio adicional para actividades deportivas. Para las actividades deportivas, el pabellón también cuenta con un acceso lateral, con recorridos cortos hacia los vestuarios de la planta alta.

La estructura del edificio se organiza a partir de un sistema híbrido, con un núcleo macizo y una envolvente de madera portante. El ritmo de la retícula queda claramente expresado en el diseño de la fachada, donde se dispusieron paneles de entramado con lamas verticales, alternadas y afinadas, que revisten los compartimentos entre los soportes. En los espacios que requieren iluminación natural, como las salas de gimnasia, este sistema permite el ingreso de luz suficiente al tiempo que protege la privacidad frente al exterior.

Todo el concepto de diseño y construcción se fundamenta en un sistema constructivo reciclable y respetuoso con el clima. La realización siguió un enfoque holístico que tuvo en cuenta criterios como la ecología constructiva y la biodiversidad. Esto incluye medidas como el uso de materiales de construcción regionales y madera local, la reducción de contaminantes, la protección y preservación de especies del entorno, la minimización de superficies impermeabilizadas y la incorporación de una cubierta verde diseñada para favorecer la biodiversidad.
