A través de la construcción de equipamientos y espacios públicos alrededor de los tanques del servicio de agua potable de la ciudad, Empresas Públicas de Medellín está integrando la infraestructura a la vida de los barrios sobre las laderas del valle de Aburrá. En este artículo, Felipe Walter analiza el contexto en el que surgió esta iniciativa urbana y cómo se diferencia de las intervenciones realizadas en la ciudad en los últimos años.
Medellín, proyectos urbanos para la transformación social
En las últimas décadas, Medellín se ha convertido en un referente de transformación urbana debido a las intervenciones que ha emprendido como estrategia para la renovación y la integración social. En este sentido, la construcción de equipamientos como bibliotecas, colegios, jardines infantiles y espacios para la recreación y el deporte se ha constituido en una herramienta de primer orden para la superación de períodos de profunda crisis social.
Este proceso, hoy ampliamente difundido, se remonta a la creación de la Consejería Presidencial para Medellín y del Programa Integral de Mejoramiento de Barrios Subnormales (PRIMED), a principios de los noventa. Para entonces, Medellín era reconocida como la ciudad más violenta del mundo, debido a la guerra que se libraba en sus barrios entre el Estado y las estructuras ilegales asociadas al negocio del narcotráfico.
Durante la primera década del 2000, este proceso adquirió relevancia internacional gracias a la aproximación holística del urbanismo social. Esta metodología, asociada al poder transformador de la arquitectura, procuró el desarrollo de programas de progreso y cohesión social como parte integral de la construcción de infraestructuras colectivas en los sectores con los menores índices de desarrollo humano.
Sin embargo, la visibilización del urbanismo social, más allá de su lugar de origen, obedeció también a una inteligente estrategia política que localizó edificios de escala monumental en barrios abundantes en necesidades y enriquecidos por expresiones culturales y urbanas singulares. Los íconos de la arquitectura contemporánea de Medellín se ocuparon de contribuir a la superación de las urgencias de la vasta mayoría de la población y lograron representar de la mejor manera la voluntad de sus dirigentes, de construir un futuro más promisorio para la ciudad.
Gracias a la atención recibida mediante la realización de eventos como el Foro Urbano Mundial Equidad Urbana en Desarrollo. Ciudades para la Vida en el 2014 y la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo Arquitectura al servicio de la construcción ciudadana en el 2010, así como a la obtención de premios como el Lee Kuan Yew World City Prize en 2016, la ciudad ocupa hoy una posición central como laboratorio urbano. Por tal razón, Medellín se ha consolidado como un referente para conglomerados urbanos en países con economías emergentes que enfrentan retos similares asociados a la inequidad, la violencia, el desplazamiento, el desbordado crecimiento poblacional y la informalidad.
De manera ejemplar, la ciudad ha construido una idea conciliada de cambio, condición en principio difícil debido a la débil presencia del Estado en los territorios periféricos. Sin embargo, los agentes involucrados en la toma de decisiones han descubierto en este camino la peligrosa capacidad y el poder de la arquitectura para materializar ideas y evidenciar este proceso. Por esta razón Medellín se ha convertido en una plataforma política en la cual, no obstante la continuidad lograda durante los últimos períodos de la administración local, las ansias de reconocimiento individual y las ambiciones políticas han deslegitimado los procesos de mejoramiento. Persiguiendo ciegamente el modelo urbano de Barcelona, pareciera que la ciudad por momentos se desvía hacia el mismo destino que llevó a la capital de Cataluña a proyectarse como una imagen ante el mundo, relegando así a un segundo plano el bienestar de su población.
Unidades de Vida Articulada, catalizadores barriales
No obstante, intervenciones como las Unidades de Vida Articulada (UVA) son ejemplos que recuperan la escala de lo local y que transforman la ciudad desde su interior. El proyecto desarrollado por Empresas Públicas de Medellín (EPM), empresa pública prestadora de los servicios de agua, energía y gas, redensifica programáticamente infraestructuras existentes mediante la inyección de programas para la comunidad a través de la construcción de equipamientos y espacios públicos.
Conceptualmente ligados al urbanismo de acupuntura catalán que, mediante acciones urbanas puntuales procuró la recuperación del casco antiguo de Barcelona, cada uno de estos 14 proyectos hoy construidos por EPM ha tejido de manera inteligente su contexto urbano inmediato. De esta manera, se han recuperado conexiones urbanas antes interrumpidas por muros y rejas, habilitando así generosos espacios para el encuentro ciudadano.
La historia de las UVA se remonta a los inicios del siglo XX. Para entonces Medellín era una ciudad de no más de 70 mil habitantes que se asentaban principalmente en la parte baja y plana del valle de Aburrá. Las laderas de este estrecho valle estaban ocupadas por grandes fincas y pequeños asentamientos rurales. Los más de cien tanques de agua construidos entre 1910 y 1950, como parte de la infraestructura para la prestación del servicio de agua potable, se localizaron en la periferia rural, pobremente habitada.
La industrialización, en conjunto con la masiva migración del campo, impulsada también por el conflicto armado nacional, trajo consigo una explosión demográfica sin precedentes. Para 1970 la ciudad contaba ya con más de un millón de habitantes. Esta condición, evidente en proporciones similares en otros lugares de Latinoamérica, significó una acelerada expansión urbana y obligó la ocupación irregular del territorio. Las infraestructuras hidráulicas, cercadas desde un principio para su protección, se convirtieron por lo anterior en islas carentes de actividad en medio de una trama urbana densamente poblada y caracterizada por la ausencia de espacio público.
Esta situación, ignorada durante décadas por la administración pública, configuró entornos de delincuencia e inseguridad alrededor de los tanques de agua. Sin embargo, la evidente oportunidad que representaban estos lugares como potenciales espacios colectivos fue una idea que maduró durante años en entornos académicos.
Un proyecto metropolitano
En el 2012, una vez iniciado su mandato, el alcalde Aníbal Gaviria, junto al Departamento de Planeación encabezado por el arquitecto Jorge Pérez Jaramillo, definió los proyectos estratégicos que estructuraron su plan de gobierno. En términos de transformación urbana sus esfuerzos se concentraron en los Parques del Río y en el Jardín Circunvalar. A estas iniciativas se sumó la idea de EPM de construir las UVA en los lotes de los tanques de agua.
Los Parques del Río, el proyecto más ambicioso pero también la apuesta política más arriesgada del aquel entonces nuevo gobierno, procuraron la creación de un parque metropolitano a lo largo del río Medellín, articulador natural del sistema urbano. Este proyecto encuentra su pertinencia en la medida que encara un problema estructural de la ciudad y sirve como herramienta para redensificar la parte baja del valle, reduciendo así la presión que la expansión y el crecimiento urbano han ejercido sobre las laderas. Recuperando la atención sobre el río, esta iniciativa es equiparable con proyectos como la recuperación del río Mapocho en Santiago de Chile y el parque lineal del río Manzanares en Madrid.
Debido al alto costo económico que representó la construcción del soterrado vehicular, acción necesaria para liberar el espacio para la realización del parque y a la consecuente oposición pública, Gaviria aseguró la ejecución de no más de un kilómetro, de un total de 17 proyectados. Hoy en uso, este tramo diseñado por Latitud Taller, estudio de arquitectura ganador del concurso público internacional, ha gozado de amplia aceptación y ejemplar apropiación, situación que seguramente generará presión para su continuación en el futuro.
El Jardín Circunvalar buscó por su lado contener la expansión de la ciudad mediante la configuración de una franja de equipamientos y espacios públicos asociada a un programa de renovación y recuperación ambiental en el límite del suelo urbano. A causa de la complejidad y dimensión del proyecto, el tramo desarrollado durante los cuatro años del período administrativo anterior no fue representativo y su continuación es todavía incierta.
En contraposición a estos dos proyectos de ambiciones faraónicas, las UVA se destacan por su carácter preciso y acotado. Su localización, aparentemente aleatoria sobre la ladera occidental y oriental de Medellín, obedece a un estudio minucioso de las infraestructuras hidráulicas existentes y de su potencial para albergar usos públicos sin entrar en conflicto con la prestación del servicio de agua potable, función básica y fundamental de los tanques de almacenamiento de agua.
El hecho de que las intervenciones se ubiquen en diferentes contextos sociales y económicos, ofreciendo plataformas para el encuentro ciudadano a un amplio espectro de la población, es uno de los valores más destacables del proyecto de las Unidades de Vida Articulada. Si bien Medellín ha invertido sus esfuerzos en atender las realidades complejas de la población más vulnerable, las UVA identifican también la necesidad de espacios de encuentro en los barrios de clase media y clase alta, cuya vida colectiva se desarrolla en espacios privados y, sobretodo, en centros comerciales.
Por esta razón, la UVA de El Poblado se ubica en un barrio que, aunque con el índice de desarrollo humano y la tasa de ingreso per cápita más altos de la ciudad, carece de espacios colectivos. Su programa, al igual que el de las demás UVA, está compuesto por un elemento básico que incluye aulas taller, salas TIC (Tecnología, Información y Comunicación), administración, cuartos técnicos y un módulo de servicios sanitarios, complementado por espacios singulares, definidos según las necesidades precisas de cada barrio.
En este caso, y debido a que el equipamiento sirve como integrador de dos comunidades disímiles que habitan El Poblado, su programa es altamente diverso: ofrece un parque para la realización de actividades deportivas, un anfiteatro natural, una biblioteca, una ludoteca y aulas Buen Comienzo, el programa de la alcaldía orientado a atender a la primera infancia.
Infraestructura colectiva: arquitectura y espacio público
En su arquitectura, las UVA conservan un lenguaje común y sus particularidades están definidas esencialmente por tres condiciones: las relaciones y conexiones urbanas que el edificio y el espacio público deben establecer o recuperar con el entorno, la tipología de tanque de agua alrededor del cual se desarrolla el equipamiento y la topografía del lote.
Conexiones urbanas: la mayoría de los tanques de agua, construidos antes que los barrios, son hoy barreras físicas dentro de la trama urbana. La idea fundamental del proyecto consiste en derribar las rejas y los muros que encierran hoy las infraestructuras y habilitar estos lugares como puntos de encuentro de las comunidades vecinas. Los edificios reinterpretan la arquitectura espontánea de los barrios informales y hacen uso de escaleras, terrazas, balcones y miradores para restablecer las conexiones perdidas y animar nuevas relaciones urbanas.
Tipología de tanque: el “tanque de agua sobre el terreno”, la tipología más común, se posa en el lote como un volumen aislado, generalmente cilíndrico y rodeado de generosas áreas libres (UVA Versalles, UVA Moscú). El “tanque de agua abierto” está compuesto por un espejo de agua a nivel del terreno que ocupa un alto porcentaje del lote (UVA La Tablaza). En los “tanques de agua enterrados” los volúmenes cilíndricos o cúbicos que conservan el agua están hincados en el terreno (UVA Orfelinato). Adicionalmente, la construcción de espacios para la comunidad en las plantas de tratamiento para limpiar el agua del río Medellín (UVA San Fernando y PTAR Bello) confirma el compromiso de EPM de integrar la infraestructura a la vida urbana.
Topografía: debido a que los tanques se ubican sobre las empinadas laderas del valle de Aburrá, los lotes presentan significativos desniveles. Los equipamientos se conciben, en su mayoría, como alargadas franjas que continúan la topografía del lote y contienen el terreno en su parte más inclinada.
Como demuestra lo anterior, los edificios son piezas que se insertan de manera clara y sensata en su contexto. Según el arquitecto Carlos Pardo Botero, asesor de diseño del proyecto UVA de EPM: “Desde un principio buscamos que la arquitectura de cada uno de los edificios fuera lo más serena posible. Nuestra decisión fue concebir proyectos tranquilos y dignos, evitando esfuerzos formales innecesarios. Lo más importante fue siempre desarrollar equipamientos compactos y sostenibles en el tiempo, que permitieran liberar generosas superficies para la construcción de espacios públicos abiertos”.
Esta condición se hace particularmente evidente en proyectos como UVA Versalles. En este, el edificio se recuesta sobre la parte trasera del lote, replicando así la topografía natural y construyendo una plataforma elevada, debajo de la cual se agrupan las salas múltiples y de computadores. De esta manera, el tanque permanece intacto, cubierto solo por vegetación, apartado de toda nueva construcción y rodeado de una gran plaza, cuya geometría configura una terraza que funciona como mirador.
En UVA La Tablaza el edificio de soporte que contiene el programa es casi imperceptible, cediendo así su protagonismo al tanque a cielo abierto de esta infraestructura. Rodeado hoy de amplios andenes y atravesado por una plataforma en la cual los niños corren incansablemente, el imponente espejo de agua refleja en la tarde las montañas que circundan el valle de Aburrá. El proyecto para UVA La Tablaza rehabilita también una construcción histórica que alberga una de las primeras turbinas utilizadas en el pasado para abastecer de energía a la ciudad.
Gestión urbana
La conceptualización y el desarrollo arquitectónico de las UVA fue responsabilidad de un equipo de diseño de más de diez personas, liderado por Horacio Valencia, Carlos Pardo y Nicolás Hermelín. Adicionalmente, la voluntad para su realización por parte de Juan Esteban Calle, gerente de EPM entre 2012 y 2015, fue determinante.
EPM ha sido, además de uno de los impulsores del proceso de transformación de Medellín, uno de sus principales financiadores y soportes. Con la construcción de obras como el Parque de los Pies Descalzos en 1999 y la realización del Parque de los Deseos y la biblioteca EPM, la empresa empezó a recuperar y redefinir la noción de ciudadanía en Medellín. Posteriormente, entre el 2004 y el 2007, EPM invirtió más de 54 millones de dólares en la construcción de diez “colegios de calidad” y en el mejoramiento de las infraestructuras educativas como parte del programa Medellín la más educada.
Para Juan Esteban Calle, la idea de las Unidades de Vida Articulada se gesta durante el tiempo en que vivió en Canadá, específicamente en Toronto y Vancouver. Según Calle, en una entrevista realizada para la preparación de este artículo, estas ciudades cuentan con centros comunitarios que “son espacios altamente incluyentes desde el punto de vida social, a los que todo el mundo puede ir y que configuran el núcleo de la vida colectiva de cada uno de sus barrios”. Como unidades funcionales, estos equipamientos están dotados de piscinas, gimnasios y canchas de hockey, además de espacios para el esparcimiento y la diversión.
Positivamente impactado por el poder de congregación de dichos espacios y una vez asumida la gerencia de EPM, Calle se pregunta de qué manera estos pueden existir en Medellín, teniendo en cuenta las realidades locales. Los lotes desperdiciados alrededor de los tanques de agua, identificados además como enclaves oscuros en medio del tejido urbano mediante la realización del Plan Maestro de Iluminación en el año 2009, se convirtieron en la mejor alternativa para tal fin. Con la intención de abrir estas infraestructuras para la gente, buscando convertirlas en herramientas para difundir los valores de la empresa e invirtiendo así en su sostenibilidad y en la construcción de cultura y ciudadanía, inició un proceso de gestión y socialización que en primer lugar debió modificar la idea de que estas infraestructuras eran santuarios intocables que debían mantenerse protegidos de todo peligro y, sobre todo, de la gente.
La creación del Departamento de Intervenciones Urbanas Estratégicas (DIUS) dentro de EPM obedece según Calle a la voluntad de “retomar la noción de la infraestructura como herramienta al servicio de las personas considerando las funciones que esta puede desempeñar más allá de los servicios vitales que presta”. Por esta razón una de sus funciones hoy es idear estrategias sostenibles que maximicen el impacto social y territorial de cada uno de los proyectos físicos de la organización.
Sin embargo, la creación de un departamento de diseño dentro de una institución con las capacidades de EPM es para la ciudad tan positiva como peligrosa. Por un lado, esta figura facilita la gestión y asegura la continuidad y coherencia de los proyectos. Sin embargo, la concentración de estos en un solo grupo de diseño elimina el carácter democrático de los concursos públicos[1], herramienta utilizada con éxito en el pasado. Además, el riesgo a la politización de dichos talleres y el poder en ellos aglutinado posibilitan su utilización como plataforma para la consecución de objetivos más o menos beneficiosos para el futuro de la ciudad.
Durante el corto tiempo que ha transcurrido desde su inauguración, cada una de las UVA ha demostrado su capacidad para recomponer y enriquecer la vida urbana de los barrios. En la UVA Orfelinato es común ver grupos de señoras y jubilados que se reúnen a practicar gimnasia en las pasarelas que miran al centro de la ciudad. Los vecinos de la UVA Versalles han modificado sus fachadas para orientar el frente de sus casas hacia el espacio público y han abierto pequeñas tiendas y negocios que contribuyen al mejoramiento de la economía local. Por su parte, los accesos de las casas que antes miraban al muro de más de tres metros que encerraba la UVA Moscú se han convertido en agradables antejardines amoblados con mesas y bancas, en las cuales las familias se congregan los fines de semana para conversar.
[1] La UVA Orfelinato, diseñada por el estudio de arquitectura Colectivo 720, es el único equipamiento cuya realización es el resultado de un concurso público nacional.
El proyecto Unidades de Vida Articulada de EPM materializa de manera ejemplar el anhelo profesional de integrar infraestructura, espacio público y ciudad mediante la redensificación programática de los tanques de agua para la prestación del servicio de acueducto. Por esta razón y en reconocimiento del esfuerzo multidisciplinar necesario para su realización y de su capacidad para trabajar en diferentes escalas, las Unidades de Vida Articulada fueron reconocidas con la medalla de oro del Global Holcim Award en el 2015 e invitadas a participar de la versión número 15 de la Bienal de Arquitectura de Venecia Reporting from the front. Marc Angélil, miembro del jurado del Premio Holcim, define el proyecto como “una infraestructura que ya existía pero que ahora está abierta al público, convirtiéndose así en parte de la trama viva de la ciudad”.
Felipe Walter
Es arquitecto por la Universidad Pontificia Bolivariana. Vive y trabaja en Medellín, Colombia. Algunos de sus textos han sido publicados en revistas internacionales como Architectural Review (UK) y Mark (Holanda). En 2003 fue nominado con el “Centro Productivo Rural” al Premio Lápiz de Acero. En 2012 recibió una “Beca para Curso de Invierno en Lengua y Cultura Alemana” del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD) en Berlín. Allí también realizó su práctica profesional en AFF- Architekten. Desde 2015 forma parte del equipo curatorial de la exposición Superficies contemporáneas: hacia la reconstrucción política del territorio del Museo de Antioquia, proyecto que además recibió una beca de circulación internacional de parte de la Alcaldía de Medellín.
Encontra más información sobre Infraestructura como espacio colectivo de Felipe Walter y selección de textos y obras en el Especial Nº 7: Super Urbano.
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