Maison Commune

Un edificio de vivienda colectiva diseñado por Plan Común, en Pantin, Francia.

Fotografía Javier Agustín Rojas

Maison Commune [Casa Comunal] es un manifiesto construido y un proceso abierto para con sus habitantes. Es un pequeño proyecto habitacional que define y resalta una secuencia de espacios compartidos y la alegría de la vida cotidiana en todos los niveles. Es, también, una evidencia concreta y una herramienta de aprendizaje directo sobre cómo queremos vivir juntos.

Hacia el autocompromiso

El diseño de esquemas e instrucciones fue clave en el pasado y es fundamental para el futuro de la práctica de Plan Común. En este sentido, Maison Commune es un modelo específico del que aprender: permitió diseñar el encargo desde el comienzo, liderando los estudios y procesos administrativos, financieros y arquitectónicos. Asumir estas responsabilidades benefició de forma directa al proyecto, e hizo posible mantener un buen nivel de autonomía y apertura al momento de tomar decisiones espaciales y materiales fundamentales.

Fotografía Javier Agustín Rojas

Especificidad y encanto del sitio

La parcela de quince por diecisiete metros está situada junto al cementerio parisino de Pantin (un jardín metropolitano ignorado de 107 hectáreas) e incluía una casa de trabajadores de dos plantas en forma de L. El encanto único de este barrio residencial de baja densidad, rodeado de edificios industriales, radica en su ligera cercanía a la ciudad que lo rodea.

Axonométrica

Proceso de diseño abierto

El proyecto inicial era una ampliación de la casa existente, orientada hacia la calle. Sin embargo, durante los estudios se descartó esta opción tras comprobarse la fragilidad del terreno y de la estructura existente. Se decidió entonces demoler el volumen hacia la calle (el sesenta por ciento del edificio existente), para proporcionar un nuevo marco resistente. El valor de las preexistencias debió verificarse caso por caso.

Plantas

Sencillez, siempre

En lo que respecta a la obra, el proyecto está marcado por una gran sencillez. Un esqueleto de hormigón racional (pilares y vigas) de tres plantas se completa con losas de hormigón prefabricadas y mampostería. Una coreografía de sentido común que evita complejidades innecesarias.

Fotografía Javier Agustín Rojas

Reutilización a escala del edificio

Los ladrillos recuperados fueron encontrados y acondicionados en Bélgica (a menos de trescientos kilómetros de distancia, lo que redujo aún más la huella de carbono), y luego se probaron en Francia. Hacia la calle los ladrillos quedaron al descubierto, haciendo visible su rugosidad y envejecimiento. A continuación se pintó la fachada interior de blanco, contribuyendo a dar unidad y luminosidad al nuevo jardín compartido.

Fotografía Javier Agustín Rojas
Fotografía Javier Agustín Rojas

La forma sigue a la actitud

Aunque la normativa urbanística permitía construir cuatro plantas, se decidió construir solo tres. De esta manera, se cuidó la relación con los vecinos (evitando bloquear la luz del sol), y al mismo tiempo permitió tener un espacio cubierto compartido en la azotea. Es decir, construir espacios menos privados, pero que aseguren áreas de encuentro generosas para los habitantes.

Fotografía Javier Agustín Rojas

Comunes en secuencia

La relación entre espacios domésticos y espacios colectivos es ejemplar. Una secuencia de espacios compartidos y no climatizados integra los accesos en todos los niveles. La entrada principal está definida por una puerta seccional transparente, que establece una relación directa con la calle. Así, la ciudad ingresa al edificio. El hall de acceso tiene carácter infraestructural (deja espacio suficiente para bicicletas y carritos), y se vincula directamente con el patio interior y la casa existente. Los espacios comunes verticales tienen su propia identidad: una escalera de hormigón moldeada in situ está circundada por una ligera capa de policarbonato, expresando un corte en la fachada hacia el patio. Las puertas de acceso a los departamentos son translúcidas, aportando luz y profundidad a los interiores y extendiendo la vida doméstica a los espacios de circulación. El sistema de espacios comunes está coronado por un invernadero que integra una cocina y un lavadero comunitario y una terraza con vistas hacia el entorno.

Corte

La colaboración como proyecto

El éxito del proyecto se fundamentó en la inteligencia colectiva de un grupo diverso de personas. Se benefició del conocimiento y la experiencia de colegas, consultores y constructores, que aportaron precisión, rigor y soluciones desafiantes.

Fotografía Javier Agustín Rojas

La arquitectura como propaganda

El invernadero con estructura de madera situado en la parte superior del edificio sintetiza la voluntad del proyecto. No solo resalta lo que compartimos, sino que además logra una excelente comunicación y dignidad a través de medios menores y humildes, como diría Lina Bo Bardi, “en la vida cotidiana y en el tejido urbano”.

Fotografía Javier Agustín Rojas

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Proyecto  Plan Común (Kim Courrèges, Felipe De Ferrari, Sacha Discors, Nissim Haguenauer)

Equipo  Barbara Herschel, Gaspard Basnier, Marion Carvalho, Mariami Kurtishvili, Nils Bieker,

Hanna Lindenberg-Kappmeyer, Mascha Arnold

Superficie  336,7 m² (viviendas); 102,9 m² (espacios comunes: invernadero compartido 68,1 m², hall 34,8 m2); 124,2 m² (exteriores: jardín 84,2 m², terraza jardín 40 m²)

Ubicación  Pantin, Francia

Años  2021-2022 (proyecto), 2022-2023 (construcción)

Construcción  La Porta Entreprise 

 

Asesores  MAKE ingénierie (ingeniería estructural), Qui plus Est (ingeniería térmica), Entreprise Delogu (plomería), Lelo électricité (electricidad), Studiœmile (estructuras metálicas)

Presupuesto  950.000€

 

 

 

 

 

 

 

Fotografía  Javier Agustín Rojas

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