Una maqueta descansa precariamente sobre el borde de una mesa. Varios libros y papeles apilados sobre un mantel cavernoso y oscuro. Una misteriosa escultura de pajitas de plástico ubicada en el suelo y dibujos abstractos en tinta sobre la pared. A través de una serie de interiores institucionales, se intenta ofrecer una nueva perspectiva sobre el proceso pedagógico y creativo que da forma a los arquitectos emergentes de distintas partes del mundo bajo realidades dispares.
En particular, los espacios de la serie están despojados de las etiquetas convencionales que describen el contexto construido o el nombre de la escuela, lo que supone un cuestionamiento del estatus elitista y la reputación en el ámbito educativo. Por el contrario, Escuelas de Arquitectura adopta un enfoque más íntimo y lírico, y permite que el caos del entorno se presente por sí mismo, abriendo así una ventana a la práctica de cada estudiante de arquitectura en el momento preciso y puro de su desarrollo.—