Wolfurt es una pequeña localidad del distrito de Bregenz, cerca de la frontera con Alemania, ubicada al norte del estado de Voralberg. Tiene una población de solo 8446 habitantes y se destaca por sus construcciones bajas, situadas entre colinas verdes. El año pasado, la ciudad decidió renovar un edificio de tres pisos de la década de 1960 para ampliar la escuela primaria de Bütze e integrar el jardín de infantes vecino con una guardería.
A su vez, añadió un nuevo edificio de 60 metros de largo y 27 metros de profundidad, que articula todo el complejo.
El edificio original está conectado en forma de T con la nueva construcción. Si bien la guardería se ubicó en el nuevo edificio, comparte el acceso con la escuela. Los espacios del jardín de infantes y de la escuela están entrelazados vertical y horizontalmente mediante aberturas y ventanales. En este sentido, fueron concebidos como un único espacio continuo de aprendizaje.
La intención de unir el jardín de infancia y la escuela primaria bajo un mismo techo permite que los niños se adapten más rápidamente a todas las etapas de la vida escolar.
Desde la planta baja, y a través de grandes ventanas, los niños más pequeños pueden observar el gimnasio donde los niños más grandes practican deporte. A su vez, los niños del gimnasio pueden ver desde el primer piso cómo los más jóvenes almuerzan en el comedor de la planta baja, y recordar que ellos mismos fueron alguna vez así de pequeños.
En el segundo piso de la escuela primaria se distribuyeron las salas de profesores, la cocina para el personal, la enfermería, la dirección, la secretaría, una sala de textil y una sala de usos múltiples.
Además de conectar visualmente los espacios, las ventanas y una serie de tragaluces iluminan los interiores. Su disposición permite a los niños orientarse con facilidad, y comunicarse entre ellos al encontrarse en distintos sectores. Si necesitan concentrarse, pueden cerrar las ventanas con cortinas translúcidas de colores discretos.
En relación con la materialidad, la estructura está hecha con soportes de madera revestida que se adapta al edificio existente. Los marcos de las ventanas, los accesorios, los muebles y el parqué están hechos de madera de roble, procesada por carpinteros locales. Los estantes móviles y los contenedores rodantes ofrecen un amoblamiento flexible dentro las instalaciones.
Las pérgolas situadas en los laterales de las fachadas del nuevo edificio son elementos de diseño que, en contraste con la cara principal, que mira al patio público, forman la “segunda cara más íntima” del complejo. Cuando llueve, los niños disfrutan de estas zonas intermedias para comer sentados en los bancos de madera. En los días calurosos pueden descansar allí en la sombra. Dependiendo de la hora del día y la estación, las tablillas de madera crean un juego de luces y sombras. Todos los niños, ya sea en la planta baja o en el primer piso, pueden acceder directamente al jardín por allí sin necesidad de desviarse a través de la escalera central.