En la cima de la Laguna del Quilotoa, cráter volcánico de aguas turquesas ubicado a 3.915 metros sobre el nivel del mar, la comunidad indígena de Shalalá promueve el turismo sustentable, en simbiosis con la naturaleza, valorada en toda su magnificencia. Desde 2013, un mirador de madera con infraestructura turística intensifica la experiencia junto a la laguna, a la que ahora se suma el centro de artesanías Chaki Wasi (del quechua, “casa en paja realizada desde el piso hacia el techo”). De forma circular, la construcción busca ofrecer la misma oportunidad para cada puesto de artesanías, mientras su plaza central empedrada se convierte en un espacio que fomenta el encuentro y los festejos.
La aspiración de Chaki Wasi es representar la cultura andina a través de las técnicas tradicionales vernáculas. Se propone además como un soporte educativo para dar a conocer una forma de vivir en el paisaje de la región. Construida con cimentaciones en piedras de río; la estructura es de madera de eucalipto amarrado con cabuya (fibra obtenida del penco) y sostenida con grandes tarugos de chaklla (maderas pequeñas de eucalipto joven). Para colocar los tarugos, se utilizó un gran mazo de madera; todos los cierres son de chaklas repetidas profusamente, y el gran manto de la cubierta es de paja. En general, en la comunidad se tiene una visión de regeneración del terreno: una vida en armonía con la naturaleza, en la que el carbono es positivo y los residuos se regresan a la tierra. La concepción del futuro está determinada por la sabiduría y los conocimientos territoriales ancestrales.
Para la construcción del centro, los encargados rotaron semana a semana, con mingas –trabajo colectivo y social– permanentes entre mujeres, hombres y jóvenes de la comunidad. Hubo además intercambios con comunidades vecinas para conseguir la madera y la paja. Se construyó todo con las manos, con herramientas menores, mientras que, para la colocación y el levantado de los módulos estructurales, se contó con la fuerza de todos, gracias a cuerdas y comunión colectiva. También al momento de colocar la paja se utilizaron técnicas vernáculas, celebrando cada etapa de acuerdo a la cultura y cosmovisión andinas.
A través de ritos, costumbres, y la transmisión de conocimientos y de cultura intergeneracional, Chaki Wasi es un ejemplo de cómo se democratiza la arquitectura diseñando y construyendo en comunidad, en tanto bien fundamental para el desarrollo humano y el medio ambiente.