

La primera fase del plan maestro se materializa con un centro de congresos pensado para acoger actividades diversas: desde conferencias académicas y encuentros de la industria hasta conciertos y representaciones públicas. Pero más allá de su programa, el edificio busca aportar carácter al campus y enriquecer la vida cotidiana de quienes lo habitan.

Ubicado entre la primera y segunda fase del masterplan, el centro funciona como una articulación: une el eje lineal de edificios con un conjunto más compacto.


Esta condición de pasaje se refuerza con una secuencia de pórticos y el uso continuo de un mismo revestimiento cerámico brillante en suelos y fachadas, que guía naturalmente desde los patios hacia el interior. Allí, cada decisión –materiales, mobiliario, atmósferas– tiene el mismo peso que la estrategia urbana, en un gesto de diseño total.

El corazón del proyecto se define a partir de dos geometrías elementales: el círculo y el cuadrado. Un muro curvo rodea al auditorio principal, mientras que en el espacio entre ambas formas se disponen auditorios menores, salas de reunión, cafés, circulaciones y patios exteriores abiertos hacia los campos deportivos y las áreas arboladas del campus. Los grandes arcos tallados en el anillo circular apenas tocan el suelo en las esquinas, permaneciendo abiertos en el resto.

Esa levedad estructural crea un gesto de invitación, proponiendo un espacio dinámico y hospitalario, capaz de recibir una amplia variedad de públicos y actividades.
