El proyecto está emplazado en un predio que consta de dos manzanas unidas, que pertenecen a una comunidad religiosa de San Francisco, y forma parte de un sistema mayor, integrado por una iglesia, un hospicio, un centro de día, un viacrucis, una gruta y algunas dependencias. La articulación del conjunto se da mediante una serie de patios interconectados.
La tipología del nuevo edificio nace de la idea de claustro. Los espacios interiores están orientados hacia el patio y el pasillo principal está ubicado de cara al perímetro, lo que brinda autonomía al muro que cierra el conjunto.
El programa está distribuido en tres alas que conforman los límites del patio interior. El cuarto límite es un muro que separa el patio de una plaza seca que sirve de acceso y conecta el nuevo edificio con el conjunto.
El acceso a la casa se produce a través del ala sur, que alberga una amplia sala orientada hacia el norte, donde transcurre gran parte de la vida social de los párrocos. El ala oeste y norte cuentan con dos y tres dormitorios respectivamente.
Además del oratorio, que constituye el espacio principal, el proyecto cuenta con cinco dormitorios con su respectivo baño, una cocina y una serie de salas que complementan el programa de la casa parroquial.
La idea de recorrido procesional monótono a lo largo del pasillo se ve alterada por el ritmo de la luz solar que ingresa cenitalmente a través de las aberturas circulares. La procesión culmina en el oratorio, un espacio íntegramente blanco, que revela su espacialidad abovedada mediante la luz que ingresa.
Un tragaluz lineal, situado en el oratorio, favorece el ingreso de luz natural hacia el interior y enfatiza el muro principal, donde se ubica la cruz y hacia donde está orientado el mobiliario de la sala.
Los muros de ladrillo de la fachada están contenidos por dos losas de hormigón a la vista; la inferior configura el basamento y la superior la cubierta. La materialidad del conjunto establece cierta continuidad con los edificios preexistentes.—