La Casa de Vidrio genera un medio artificial acondicionado que permite recrear un fragmento de selva tropical. En su interior abundan diversas especies de plantas, helechos, palmeras, orquídeas, musgos, árboles, y algunos insectos que encontraron su nuevo hábitat en esta atmósfera controlada.
Allí dentro, los seres humanos son visitantes esporádicos. Salvo algunas intromisiones del jardinero o del propietario, se trata de un espacio libre de personas, una estructura pensada exclusivamente para el habitar de las plantas.
La rutina diaria de cada especie se ajusta a su ritmo circadiano, al movimiento del sol y a su incidencia en la temperatura y humedad del ambiente, que se traduce en la necesidad de agua y ventilación. El diseño incorporó todas las variables atmosféricas, ya que el objetivo es integrar este fragmento de naturaleza con la estructura portante y los sistemas de acondicionamiento mecánico.
La cubierta consta de dos bóvedas de bloques de vidrio con una altura interior que es suficiente para que crezcan árboles pequeños. Al mismo tiempo, la cáscara estructural de vidrio forma un cielo de superficie continua que evita la proyección de sombras. Las caras inferiores de los bloques de vidrio son estriadas, lo que evita el paso directo de los rayos de sol, disminuyendo así la radiación directa sobre las hojas.
Las únicas interrupciones en la superficie de las bóvedas son las dilataciones estructurales, que permiten al conjunto resistir ante un posible movimiento sísmico. Dentro de las estrías, un sistema de pequeñas mangueras con micro aspersores humecta cenitalmente el ambiente cuando disminuye la humedad.
En los extremos de cada bóveda se dispusieron puertas proyectantes que se abren mecánicamente para producir ventilación cruzada cuando la temperatura interior supera los 24 grados. El soporte central de la dos bóvedas permite subir por una de las columnas el agua de los aspersores, y por la otra el cableado eléctrico, que alimenta la apertura de las ventanas de ventilación.
Sobre el perímetro, un zócalo de un metro de alto revestido en metal desplegado, deja entrever los ductos del sistema de calefacción, necesarios para calentar el ambiente cuando las temperaturas caen por debajo de los 14 grados. Cada mecanismo, sumado a un sistema de riego automatizado, opera simultáneamente durante todo el año por medio de un controlador digital, una tecnología común en invernaderos de la industria agrícola.
Para la fachada se utilizó un vidrio especial “extra claro”, que resulta más traslúcido para el ojo humano. De esta manera, los límites entre interior y exterior se vuelven más difusos, y el edificio se transforma en una gran vitrina que exhibe su interior.—