Para este proyecto, Kwong Von Glinow invirtió la sección residencial tradicional, disponiendo los dormitorios en el primer nivel y los espacios sociales en el segundo piso. Este enfoque se apoya en las formas de vida contemporáneas, y hace hincapié en las zonas comunes, la interconectividad y los espacios flexibles que reciben luz natural y se adaptan al contexto urbano circundante.
La nueva vivienda bordea un callejón en un lote de Chicago y se separa de la casa vecina por un angosto corredor.
El exterior de la vivienda está inspirado en las formas vernáculas tradicionales del barrio. A su vez, la fachada que da a la calle cuenta con una fila de ventanas corridas de media altura a lo largo del segundo piso y una sola puerta elevada en el acceso, lo que garantiza la privacidad del dormitorio delantero.
El lado del callejón articula ventanas de piso a techo en el segundo piso. Por su parte, una gran ventana panorámica que da al callejón desde el patio interior abre los interiores al entorno urbano.
El diseño de la casa constituye un equilibrio entre privacidad y apertura. En el lado opuesto al callejón se encuentran todos los dormitorios. Los cuartos más cercanos al frente de la casa cuentan con ventanas que miran hacia un muro de ladrillos, proporcionando mayor privacidad. El dormitorio principal está ubicado en la parte trasera de la casa, y cuenta con vistas a un jardín privado.
Un atrio curvo de doble altura se extiende a lo largo de las puertas delanteras y traseras, creando un espacio que conecta verticalmente las áreas comunes de ambos niveles. Esta área, definida por un gran ventanal, permite usos múltiples y favorece el confort de los adultos y la recreación de los niños.
Una escalera, situada detrás del muro curvo, lleva al segundo piso. La planta abierta está organizada alrededor de cuatro cerchas estructurales que delimitan cinco áreas: la cocina, la isla con desayunador, el comedor, el tocador y la sala de estar.
La paleta de colores y de materiales, determinada por paredes blancas y suelos de madera de roble blanco, enfatizan la apertura del interior. Todos los espacios compartidos del primer piso están orientados hacia una ventana que se extiende a lo largo del muro.
Los ventanales inundan la casa con luz natural y abren vistas panorámicas que captan la vida del barrio: árboles centenarios, balcones, salidas de incendios de los edificios vecinos, y las farolas con su cableado serpenteante.
La materialidad de los espacios exteriores enfatiza la división de niveles y da ritmo visual al edificio monolítico. De esta manera, el primer nivel, semienterrado, es de hormigón; el primer piso, está revestido de madera gris y el segundo piso está recubierto con madera oscura.