εξέδρα [exedra]

El proyecto de Jordi Ferreiro diseñado por Lluís Alexandre Casanovas propone configuraciones flexibles que estimulan el diálogo entre
interlocutores e invitan a reflexionar sobre las distintas obras expuestas en la sala.

Fotografía José Hevia

A partir del diseño de un dispositivo móvil y modular, Lluís Alexandre Casanovas y Jordi Ferreiro proponen configuraciones flexibles que facilitan el diálogo entre interlocutores e invitan a reflexionar sobre las distintas obras expuestas. Al concentrar las actividades educativas junto con los espacios expositivos, el proyecto reformula los esquemas tradiciones que suelen regir dentro de los museos.

Fotografía José Hevia
Fotografía José Hevia

exedra [εξέδρα] es un proyecto desarrollado por el artista y educador Jordi Ferreiro para la sala de exposiciones La Capella, en la ciudad de Barcelona. El dispositivo toma su nombre del banco semicircular que suele situarse al fondo del ábside de las capillas cristianas, y propicia el contacto y la conversación entre diferentes interlocutores. Apropiándose de la exedra, Ferreiro establece un nuevo espacio de mediación destinado al encuentro, la reflexión y el intercambio entre la ciudadanía del Raval y los diferentes artistas que expondrán en La Capella durante 2020.

El diseño del artefacto, a cargo del arquitecto Lluís Alexandre Casanovas Blanco, busca distanciarse de algunas fórmulas que en los últimos años han regido el esquema de los espacios de formación en los museos. Por un lado, pretende superar la segregación que existe entre las actividades educativas y la obra expuesta, que por lo general se desarrollan en espacios distintos. Por otro lado, busca alejarse de recursos estéticos vinculados a la mediación y la participación, como el do-it-yourself o el reciclaje de elementos destinados a otros usos. En consecuencia, el diseño debía ser suficientemente flexible como para situarse en el espacio expositivo y dar lugar al diálogo con las demás obras artísticas.

Para satisfacer estos requerimientos, Casanovas Blanco propuso un sistema de gradas móviles constituidas por unidades modulares. Cada una está conformada por una estructura metálica en forma de corazón de setenta kilos y equipada con ruedas de bicicleta, lo que permite que pueda ser manipulada por una sola persona. La geometría del módulo está pensada para responder a diferentes configuraciones y agregados de las distintas unidades. Es posible enfrentarlas, encajarlas para crear un pequeño anfiteatro o bien alinearlas para exponer materiales o documentos. A su vez, el arquitecto tomó algunos detalles de la silla Acapulco, una pieza que permite reclinar el cuerpo y fomenta las conversaciones distendidas.
La grada, a medio camino entre una escalera y un mueble sobredimensionado, establece cierta semejanza con las escalinatas del patio adyacente a La Capella.

Fotografía José Hevia
Fotografía José Hevia

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