La sociedad entre el arquitecto japonés Tadao Ando y el coleccionista francés François Pinault encuentra en este proyecto su tercer capítulo, luego de las restauraciones venecianas del Palazzo Grassi (2006) y el Museo Punta della Dogana (2009), que reúnen parte de su colección de arte. La llegada de Pinault a París –un viejo anhelo truncado en repetidas ocasiones– vuelve a poner a la capital francesa en el foco de la relación entre capitalismo global, lujo, arte y arquitectura, tras la inauguración en 2014 de la Fondation Louis Vuitton diseñada por Frank Gehry (ver PLOT 39). Sin embargo, el proyecto de Ando pone el énfasis en una delicada y compleja restauración de un edificio existente (la antigua Bolsa de Comercio de la ciudad), al que se adosa, como se caracteriza su arquitectura clásica, una sutil intervención en el espacio central.
La mayor parte de la construcción de esta estructura histórica, situada en el centro de París, se realizó a fines del siglo XVIII, y fue conocida como Halle au Ble. Luego, hacia fines del siglo XIX, se convirtió en la Bolsa de comercio gracias a las refacciones y transformaciones que llevó a cabo Henri Blondel.
En su origen, la Bolsa de comercio tenía una planta circular y contaba con una rotonda simbólica en medio del recinto. A modo de estructura interior, coloqué un cilindro de 29 metros de diámetro y 9 metros de altura en el edificio. Esta operación se tradujo en la creación del espacio principal de exposiciones, situado debajo de la cúpula y dotado de un sentido de fuerza centrípeta. Además, se incorporó un auditorio en el subsuelo.
Por otra parte, el cilindro propone un espacio claustral con la fachada existente que realizó Blondel. Se trata de un espacio de paso, que funciona como corredor y tiene una escalera a lo largo del perímetro del muro circular. Estos elementos constituyen la zona de circulación para acceder a los espacios de exposición y al auditorio.
Alguna vez, el cliente me describió con estas palabras su museo ideal: “La arquitectura debe ofrecer un espacio sereno y reflexivo, cargado de una atmósfera majestuosa, al tiempo que transmite la sensación de una catedral gótica y una capilla románica”. Tengo la esperanza de que este museo llegue a ser parte del paisaje de París: un espacio que aloje el corazón de quienes lo visiten.—