Cabrera de Mar es un municipio de tan sólo 4.400 habitantes, que destaca por sus bajas construcciones dispersas en el territorio. El nuevo edificio, finalizado en 2019, se configura a partir de la gama de colores, la proporción de los huecos y las composiciones características del casco antiguo. A su vez, emplea un lenguaje contemporáneo, expresado mayormente en la fachada sur, abierta a las vistas del valle.
El proyecto se emplaza en un lote de esquina y fue concebido con la premisa de rellenar un vacío urbano. De esta manera, su perímetro se adapta a la forma de la calle y a las construcciones vecinas.
Los accesos y los espacios comunes se ubican hacia la carretera y cuentan con grandes zaguanes. En la fachada sur se articulan los patios y las terrazas, de carácter privado. Las unidades se ubican entremedio de ambos extremos.
A su vez, las viviendas cuentan con recorridos circulares y largas visuales diagonales que cruzan la planta.
Los interiores alternan muros revestidos en cerámica que le otorgan calidez a los ambientes. Las salas de estar y los dormitorios tienen acceso a los patios en planta baja y a las terrazas en el primer piso, revestidas con listones de madera de pino.
La disposición de las ventanas y de las unidades fue pensada para aprovechar las vistas y el asoleamiento. De esta manera, el primer piso se encuentra retranqueado respecto del nivel anterior.
La estructura del edificio fue resuelta principalmente en hormigón. Las vigas y las columnas se extienden y generan logias y pérgolas, que operan a modo de filtro y protegen el interior de las viviendas de los rayos solares.