El proyecto se integró de forma cuidadosa en el sitio, respetando a los vecinos colindantes. Se priorizó la orientación norte de los espacios habitables para aprovechar al máximo la exposición al sol, mientras que las zonas de servicios se alinearon al sur. También se tuvo en cuenta la ubicación de los eucaliptos existentes.

Los volúmenes interiores poseen suelos de madera, que brindan una atmósfera cálida. Además, la abundante luz natural que ingresa a los ambientes crea un marco agradable desde donde observar el paisaje natural.

Un recorte en el centro de la línea del tejado crea un espacio protegido para comer al aire libre, abierto al cielo y al horizonte. Este vacío en el corazón de la casa divide el programa interno entre lo social y lo privado. 

Una balaustrada dispuesta a lo largo de la cubierta norte cuida la privacidad del interior a la vez que oculta los cobertizos traseros y los tejados de las casas vecinas, destacando los eucaliptos que enmarcan una vista del río Tomaga y su desembocadura en el mar.

La casa fue diseñada teniendo en cuenta las necesidades específicas del cliente, quien se encuentra en una etapa avanzada de la enfermedad de Parkinson. Cada detalle busca ofrecer una infraestructura digna y adaptada para su cuidado y comodidad dentro de la vivienda.

El proyecto fue construido con materiales de bajo costo y de resistencia natural, siendo la madera de origen sostenible el material estructural y de acabado interior dominante. 

Asimismo, se utilizaron revestimientos sencillos de placas de cemento que hacen referencia a la corteza lisa y plateada de los árboles que rodean la casa, evocando la sensación de una antigua y pequeña choza autóctona del lugar.