El proyecto articula una oficina de arqueología y una zona de ocio, y está situado en un barrio industrial de la ciudad de Manaos, característico por viviendas de una planta y todo tipo de depósitos. El conjunto reúne elementos de las edificaciones vecinas y los reinterpreta para establecer un vínculo entre el espacio urbano y la naturaleza. Así, la estructura define una secuencia de pórticos metálicos en los que crecen varios tipos de vides. Las vides definen un espacio de doble altura que opera como “refugio” y, al mismo tiempo, ofrece un microclima tropical, aireado y refrescante.
En el frente del lote, una fachada hueca de ladrillos macizos deja pasar el viento y revela discretamente la profundidad del terreno, sin develar todos sus detalles. Allí está ubicada la zona de ocio, que consta de una mesa con parrilla integrada, un sector con ducha y hamacas con vistas a una pequeña pileta.
Por su parte, la oficina de arqueología ocupa el fondo del terreno y brinda mesas de trabajo y espacios de reunión. Un muro de ladrillo macizo serpentea entre el interior y el exterior para definir en los laterales del lote pequeños jardines y zonas de servicio (baño, despensa y depósito).
En algunos tramos, el muro es hueco para garantizar la ventilación cruzada, y en otros se cierra para definir espacios y evitar las vistas vecinas. Por su parte, la doble altura de la oficina permite obtener mayor luz natural y amplitud.
La cubierta de la zona de ocio, que pareciera flotar entre los pórticos de las vides, posee un sistema de riego automatizado que arroja el agua de lluvia recogida para refrigerar el espacio. Sin canalón, el techo deja que el agua caiga en los parterres laterales y genera un sonido relajante para los usuarios, mejorando su sensación de bienestar.
Además de brindar espacios flexibles, el conjunto de decisiones proyectuales que consolidan el proyecto promueve experiencias sensoriales con el entorno tropical y establece una forma más íntima de vincularse con la Amazonia en entornos urbanos de esta naturaleza.