El Parque Deportivo Urbano Baró de Viver está situado en el nudo viario de la Trinitat, junto al río Besos, en el distrito de Sant Andreu de la ciudad de Barcelona. La zona está fuertemente marcada por las infraestructuras que lo rodean y atraviesan en múltiples alturas y direcciones, volviéndola de difícil acceso. En consecuencia, el lugar era poco menos que un área desconocida para los vecinos, que solo frecuentaban los usuarios de la parada de metro que se encuentra allí. Se trataba de un lugar residual, un espacio que los vecinos percibían como inseguro, abandonado y sometido a la velocidad y la escala del tránsito de la autopista.
Antes de iniciar el proyecto del parque deportivo urbano se remodeló la calle de acceso con el objetivo de regular el estacionamiento indiscriminado. Además, se introdujeron mejoras en el alumbrado público y se acondicionó un espacio adyacente para albergar un pequeño grupo de huertas urbanas. Poco a poco, estas acciones empezaron a cambiar las dinámicas marginales de un entorno que, a pesar de estar sometido a la presencia dominante y el ruido de las grandes vías interurbanas, posee una conexión visual infrecuente con el paisaje lejano y el perfil de la sierra de Collserola.
Para completar la transformación del sitio, los responsables y técnicos del Distrito de Sant Andreu, la Comisión de Urbanismo de la Asociación de vecinos del barrio y el equipo de arquitectos y paisajistas, trabajaron conjuntamente en el desarrollo de una propuesta para un nuevo parque deportivo urbano.
En los últimos quince años se produjo un notorio incremento de la práctica del skateboard en los espacios públicos de la ciudad de Barcelona y su área metropolitana. Los nuevos puntos de encuentro reúnen tanto a skaters como a transeúntes, y favorecen el intercambio y las relaciones sociales entre ellos. Los usuarios ya no son solo jóvenes o adultos, sino también niños que se inician en la práctica o bien turistas que comparten el gusto por este deporte.
La intervención estuvo guiada por dos objetivos principales: revitalizar el lugar y sacarlo de la marginalidad y el olvido, además de garantizar el derecho de todos al uso del espacio público y la práctica deportiva, independientemente de sus condiciones económicas, físicas y de género.
La presencia de la autopista, que atraviesa el espacio con grandes gestos curvados, sirvió de inspiración para la geometría general de la pista. Los skaters se mueven recreando diferentes circuitos interiores, que acompañan el movimiento curvilíneo de coches e infraestructuras, incorporándolos, en cierto modo, a la práctica deportiva.
Se trata de una pista polivalente con zonas de street(muros, planos inclinados, escaleras, gradas, plataformas, bancos, barandillas, etc.) y otros elementos singulares, que le otorga personalidad y atrae a usuarios de toda la ciudad, como el pumptrack, el sushi plate, el snake runy la iguana tail.
Desde el día de la apertura, el parque se convirtió en un punto de encuentro y de referencia para todas las generaciones y todas las disciplinas de usuarios, ha revitalizado el área y cambió definitivamente su condición de lugar marginado.
Colegios, centros infantiles, asociaciones de usuarios y centros cívicos de Baró de Viver y de otros barrios utilizan el parque a diario. En él surgieron, por iniciativa del distrito y también de forma espontánea, un buen número de nuevas y enriquecedoras dinámicas sociales y urbanas. Algunos de los ejemplos más significativos son: el proyecto de dinamización de la pista para los barrios de Baró de Viver y Trinitat Vella, que aborda el trabajo con niños y adolescentes de los dos barrios, fomentando la convivencia, la comunicación y el compromiso; un festival anual de competencias, conciertos y talleres; exposiciones que dan a conocer a los jóvenes del barrio los aspectos vinculados con la historia y la actualidad del skate, sus técnicas y trucos, los materiales utilizados, etc; y, entre otros, talleres de autoconstrucción de pistas, mantenimento del equipo, cine skate y arte urbano.
El mobiliario cumple un rol fundamental y puede utilizarse de diversas maneras. Hay espacios de guardado de juguetes, mini gradas y dispositivos móviles de descanso. A su vez, cada sala cuenta con su propia biblioteca, un probador de disfraces, alfombras, mesas, espejos, mesada y lavabo.
Los materiales y las texturas empleados principalmente fueron madera, cemento, hierro, azulejos serigrafiados y fibra de vidrio; y fueron pensados para fomentar la multisensorialidad del espacio. Para proveer iluminación natural y mejorar la acústica, se crearon nuevas aberturas sobre la cubierta y sobre la fachada y se añadió una placa termoacústica sobre el techo. La estructura se compone de perfiles de acero laminado, que permiten mayor flexibilidad y conexión entre espacios.
Este proyecto fue publicado originalmente en PLOT Edición especial N 12: Paisaje.