Cómo podemos evitar la tendencia actual de museificación, especulación inmobiliaria y gentrificación de las ciudades europeas.
Londres, París, Ámsterdam, Venecia, entre otras ciudades europeas, cuentan con centros urbanos configurados por arquitecturas antiguas y por la propia Historia. Así, cargadas de un importante valor financiero y turístico, en estas ciudades acaba prevaleciendo el dinero por sobre el sentido común. Ante los problemas sociales que atraviesan las ciudades europeas –la carencia de viviendas sociales y de infraestructura pública, por ejemplo–, los gobiernos de turno suelen apartar las “cosas” que molestan: fuera de nuestra mente, fuera de la mirada del visitante y de los debates políticos, es decir, allí donde no es necesario pensar en ello ni presenciar su miseria y declive.
En París, este comportamiento y configuración urbana predomina desde hace tiempo. Después de la Segunda Guerra Mundial, la mayor parte de los grandes proyectos de vivienda social se erigieron fuera del centro, más allá del límite que establece el “périphérique”, en el cual había grandes lotes de tierra agrícola barata disponibles para ser absorbidas para erigir torres de hormigón. La segregación y el fenómeno de gentrificación que vinieron a continuación fueron responsables en gran medida de la brecha social, educativa y financiera que existe entre el centro de París y sus suburbios. Hoy en día, más que nunca, se siguen repitiendo los mismos errores y el ambicioso proyecto urbano que el Barón Haussmann llevó a cabo durante el siglo XIX sigue rigiendo nuestras políticas urbanas.
Por entonces, buena parte del París medieval estaba destruido y el proyecto de Haussmann proponía establecer una nueva forma de vida, una nueva ideología que exigía una infraestructura eficiente, normas sanitarias estrictas, flexibilidad militar y densidad de viviendas. Lamentablemente, debido al clima político y al gobierno de aquella época, el proyecto condujo a una severa segregación. En la ciudad ideal de Haussmannn no había fábricas, barrios informales o edificios en ruinas donde pudieran reunirse los pobres; tampoco había huertas, tierras vacías o baldíos. Todo esto debía desplazarse hacia la periferia. En su esencia, era un proyecto eminentemente especulativo y, desigual desde el punto de vista social. París, una ciudad socialmente más dividida que Londres, Milán o Berlín, todavía sufre las consecuencias de esta operación basada en la producción de un núcleo urbano denso y amurallado para los ciudadanos ricos, expulsando a la periferia a las clases trabajadoras que les garantizaban su riqueza (algunos notarán que no ha cambiado mucho desde entonces…). La reconversión urbana de Haussmann era simplemente una operación de gentrificación aplicada no solo a un barrio, sino a toda una ciudad.
Sin embargo, la ideología urbana y de infraestructura que había detrás del proyecto de Haussmann no carecía de interés ni era innecesaria. La necesidad de vivienda y de nuevas estructuras de movilidad nos obligó a dejar atrás el pasado y Haussmann hizo bastante bien su trabajo. Hoy en día, un gesto tan drástico parecería absurdo e inconcebible. Habría que dejar de lado la lógica urbana haussmanniana y proponer una nueva arquitectura, variada en sus programas, que pudiera situarse junto a lo “antiguo” sin caer en la nostalgia o en la mímica arquitectónica. La idea no sería destruir o aniquilar (como el plan Voisin de Le Corbusier para París) sino fusionar, co-construir y solapar nuevos sistemas con los anteriores. La mayoría de los bloques de viviendas haussmannianos siguen funcionando (aunque algunos deberían reajustarse a la normativa actual): la cuestión es densificar en la medida de lo posible y actualizar la infraestructura allí donde sea necesario.
Paris 2.0, Série I da cuenta de una investigación arquitectónica en curso que busca mezclar lo viejo y lo nuevo, alterando nuestra realidad urbana habitual para acentuar tanto faltas como oportunidades. El disenso que surge puede ser trágico, a veces cómico, pero también puede ser una afirmación fuerte: la arquitectura que revela la insuficiencia de aquello que se nos presenta como la única realidad posible comienza a inventar el futuro. No puede cambiar el mundo, pero puede ayudarnos a despertar a la necesidad ponerlo en duda y, tal vez, cambiarlo.
El texto original de presentación de Paris 2.0, Série I está acompañado de un extracto de Morphologie City Metaphors, de Oswald Mathias Ungers (1982), cuya versión extendida está disponible en .PDF en la web de Atlas of Places.
Las metáforas son transformaciones de un acontecimiento real en una expresión figurativa, evocando imágenes mediante la sustitución de una noción abstracta por algo más descriptivo e ilustrativo. Suele ser una comparación implícita entre dos entidades que no son iguales pero que pueden ser comparadas de forma imaginativa. La comparación se realiza principalmente a través de un salto creativo que une diferentes objetos, produciendo una nueva entidad en la que participan las características de ambos. El significado de las metáforas se basa en comparaciones y similitudes de carácter antropomórfico, como el cuerpo humano como metáfora de la forma de una catedral romana o de la conformación del universo. Los diseñadores utilizan la metáfora como un instrumento de pensamiento que sirve para la función de claridad y vivacidad antecediendo o pasando por alto los procesos lógicos. “Una metáfora es una percepción intuitiva de las similitudes en la diferencia”, como lo definió Aristóteles.
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Se ha dicho que el descubrimiento científico consiste en ver analogías donde los demás ven solo hechos escuetos. Tomemos, por ejemplo, el cuerpo humano: un cirujano lo percibe principalmente como un sistema de huesos, músculos, órganos y un sistema circulatorio. Un entrenador de fútbol valora la capacidad de rendimiento del cuerpo, el amante tiene una noción romántica de él, un empresario calcula la fuerza de trabajo, un general la fortaleza de combate, etc. Arquitectos como Cattaneo, Haring, Soleri y otros perciben el cuerpo humano como una “gestalt” (forma) análoga a sus planes para edificios y ciudades. Sacan una conclusión por analogía de uno a otro. La analogía establece una similitud, o la existencia de algunos principios similares entre dos acontecimientos que, por lo demás, son completamente diferentes. Kant consideraba la analogía como una figura indispensable para ampliar el conocimiento. Al emplear el método de la analogía debería ser posible desarrollar nuevos conceptos y descubrir nuevas relaciones.
Atlas of Places es una revista educativa y política online sin fines de lucro que produce y comparte ensayos, textos críticos, fotografías, mapas, diseños, artículos de periodismo narrativo, así como proyectos académicos y publicaciones universitarias.
Su objetivo es cuestionar la política de los lugares y destacar en un paisaje mediático arquitectónico cada vez más uniforme por su visión crítica/investigación, análisis de temas y publicaciones contemporáneas que iluminan el estado y la relación entre arquitectura, tecnología y sociedad.